Un estudio con ratones publicado por la revista científica Cell Reports ha permitido descubrir el mecanismo mediante el cual el cerebro humano amplía o suprime el dolor de una manera específica, muy "parecida a un termostato doméstico".
Aunque aún se desconocen en gran medida los mecanismos neuronales que permiten ese control bidireccional, este órgano puede modificar el dolor en función de las expectativas, las experiencias y el contexto.
Yarimar Carrasquillo, científica del Centro Nacional de Salud Complementaria e Integrativa de EE.UU. y autora principal de esta investigación, afirmó a AFP que la amígdala central responde al estrés o la ansiedad que amplifica el dolor o se fuerza a concentrarse en una tarea que desvía su atención y reduce esa molestia.
Esta experiencia resulta "saludable" y esencial para nuestra supervivencia porque supone una advertencia para buscar ayuda, mientras quienes nacen con insensibilidad al dolor a menudo no perciben la gravedad de las lesiones y tienen más riesgo de sufrir una muerte prematura.
Carrasquillo espera que este descubrimiento ayude a comprender mejor los mecanismos cerebrales responsables de la modulación del dolor, que podrían contribuir a encontrar tratamientos y medicinas que se dirijan solo a aquellas formas que son "malas" y no útiles.
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