Tras miles de kilómetros juntos y mucho tiempo pensando en ello, Marta Bruyel (38 años) y Daniel Gimeno (42 años) han decidido dejarlo todo para dar la vuelta al mundo con sus tres hijos de uno, cuatro y seis años. Atrás queda el colegio, el piso, la empresa de cerrajería que sustentaba a la familia, pero también los atascos, el ruido y la boina de contaminación que se posa sobre Madrid una semana sí y otra también. La primera parte de su viaje, que empezó en diciembre, pretende recorrer todo América desde la Patagonia hasta Alaska en dos años. Después emplearán otros dos años más para viajar por Asia y otros dos para conocer África.
Pero hasta las gestas más románticas tienen sus complicaciones. La familia ha tenido que aprender a convivir en el espacio de ocho metros cuadrados del camión, además de lidiar con los nervios de los pequeños, a los que ha habido que “bajar a la tierra”, como explica Bruyel en videoconferencia desde un aparcamiento de la ruta austral, al sur de Chile, mientras los niños saludan desde el vehículo. “Intentamos que los niños tengan una rutina dentro de que nunca hay un día igual que otro”, explica la madre.
Después de levantarse y desayunar, los mayores, Tao y Dhara, tienen colegio. Ella se encarga de enseñarles a sumar, restar y leer, mientras Gimeno cuida del pequeño Erik. De momento, sigue los contenidos de los libros de texto del curso que sus hijos empezaron en septiembre en Madrid. A partir del año que viene, Tao estará matriculado en el programa de enseñanza a distancia del Ministerio de Educación (CIDEAD) y deberá seguir los contenidos reglados para después examinarse por vía telemática. Los padres valoran más el aprendizaje que no sale en los libros de texto, como la capacidad de comunicación o todo aquello que van encontrando en el camino. “Los temas de ciencias naturales los paso, claro”, sentencia.
Aunque tienen trazado un itinerario, Bruyel reconoce que no es fácil planificar un viaje tan largo. “Queremos pararnos a conocer cómo vive la gente en otros países”, aclara la madre, que explica que se han propuesto grabar una serie de documentales para poder sufragar los gastos de la expedición que, de momento, sobrevive con los ahorros familiares. Desde que su camión llegó a Montevideo, en Uruguay, a finales de 2018, han emprendido viaje hacia el sur, para visitar el extremo del continente. En Sierra de la Ventana, en La Pampa Argentina, la familia pasó la Navidad, cuando los niños pintaron unos carteles para pegarlos en el camión y evitar que Papá Noel se perdiese con tanto cambio. También los Reyes Magos supieron encontrarles en medio de la nada en la provincia de Río Negro, en la Patagonia argentina, a unos mil kilómetros al sur de Buenos Aires. El cumpleaños de Bruyel cogió a la familia en Ushuaia, más al sur del estrecho de Magallanes. Después tomaron ruta hacia el norte para conocer la Patagonia chilena o el Perito Moreno.
Antes de empezar la aventura, Los Mundo, como se hace llamar la familia en las redes sociales, ya habían hecho pruebas sobre cómo es viajar con niños. En 2017 visitaron Tailandia y Vietnam con sus dos hijos y el año pasado recorrieron Marruecos en una furgoneta en la que también dormían. Fue en Vietnam donde la pareja se convenció de las ventajas de emprender el viaje. “Vimos a nuestros hijos jugar con unos niños vietnamitas y nos dimos cuenta de la capacidad de comunicarse con el juego que han adquirido”, explica.
Internet, aunque no siempre acompañe como ellos esperaban, está permitiendo a la familia mantener el contacto con los suyos. Tao y Dhara escriben con frecuencia a sus compañeros de clase, aunque su madre explica que se acuerdan más de las familias con las que se han ido encontrando en el camino. Los cinco envían vídeos periódicamente a los abuelos, que no siempre han sido comprensivos con la decisión de la pareja. “Mis padres lanzaron toda la artillería casi hasta el último día”, afirma ella con sorna. La próxima vez que los abuelos vean a sus nietos será en verano. Y no será en España, han quedado con ellos en Perú.
Elpais
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