El brote de coronavirus ha puesto fin a una racha de seis años de crecimiento en la zona euro. Bruselas da por hecho que la pandemia arrastrará a Europa a la recesión. La cuestión es la magnitud del desplome. La Comisión Europea cree que, con los datos actuales, la caída puede ser del 1% del PIB. Puede ser más, si el impacto es “más profundo”. Y puede ser menos, si hay una actuación política “a tiempo” y “efectiva”. A las puertas del Eurogrupo del lunes, que debe decidir si tiende una red de seguridad a la economía europea, Bruselas dio la máxima flexibilidad a los países para combatir la crisis.
El expresidente Jean-Claude Juncker pedía a los países que arreglaran el techo cuando brillaba el sol. Pero ni cuando el cielo amagaba con la lluvia, las capitales se decidieron a culminar las reformas clave para el euro: la Unión Bancaria, un presupuesto para actuar frente a las crisis o un seguro de desempleo que a raíz de esta crisis Bruselas quiere acelerar. La tormenta por fin ha llegado y, sin esos instrumentos, la UE necesita que sus países miembros coordinen su respuesta a la crisis. A pesar de la presión de Bruselas y Fráncfort, por ahora, no lo han hecho.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tuvo que salir ayer con un plan para afrontar la crisis. El programa tiene dos patas. La primera consiste en un tímido plan para aportar liquidez a las empresas dotado con 37.000 millones de euros procedentes de los fondos estructurales. Se trata de 12.000 millones más que la semana pasada, pero una cantidad ínfima para la segunda mayor economía del mundo. Y dado que no está claro que el Eurogrupo del lunes trace una actuación conjunta ambiciosa, la segunda pata del plan consiste en dar la “máxima flexibilidad” a los Estados en términos fiscales y de ayudas públicas para que toman las decisiones que crean más convenientes para combatir la crisis. “Estamos dispuestos a ayudar a Italia con todo lo que sea necesario”, sostuvo la presidenta de la Comisión.
Von der Leyen admitió el golpe asestado a la economía europea por el virus, pero instó a los países miembros a hacer de esa crisis “temporal” un fenómeno “corto” y “limitado”. La Comisión todavía no tiene unas previsiones oficiales —saldrán en mayo—, pero sus técnicos calculan que, por ahora, el brote restará 2,5 puntos porcentuales al crecimiento económico de la UE.
Esa bajada supone dejar a Europa en recesión, con unos números rojos de entre el 1% y el 1,1% en el conjunto de 2020, para luego experimentar un rebote el año próximo. “Es muy probable que el crecimiento para la zona euro y para la UE en su conjunto caerá por debajo del cero este año e incluso potencialmente de forma considerable”, sostuvo el director general de Asuntos Económicos y Financieros, Maarten Verwey.
Medidas de liquidez
La UE afronta una crisis en cuya temporalidad insistió Von der Leyen. Pero también con una combinación endiablada de elementos que describe la Comisión en los documentos aprobados ayer. Europa venía de un momento de bajo crecimiento en un entorno de bajos tipos de interés y baja inflación. Y afrontó dos shocks cuando se desató la epidemia en China: el que vino por la caída de la actividad en ese país y otro por la disrupción en las cadenas de suministros.
A esos dos golpes se añaden otros dos más: una brutal crisis de demanda y problemas de liquidez en las empresas, cuya actividad ha quedado paralizada. Bruselas cree que es en estos dos últimos apartados, que suponen la mitad de esos 2,5 puntos de caída previstos, donde los países pueden actuar. Fuentes comunitarias admiten que será difícil fomentar el consumo: los ciudadanos no viajarán ni irán a las tiendas o a los restaurantes —en Bélgica, por ejemplo, desde hoy están cerrados—.
La Comisión pone mucho énfasis en la protección del del sistema sanitario, el tejido empresarial y de los puestos de trabajo. Por ello, Von der Leyen dijo que echaba mano de ese “dinero dormido” procedente de fondos estructurales que no podía ser usado por los Estados. A ellos añadía otras partidas, como 8.000 millones a través del Fondo Europeo de Inversiones o la movilización de fondos del Fondo de Solidaridad o el de Globalización. España será en números absolutos uno de los países que más recibirá. En total, 4.145 millones, el 11,2%.
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