La ubicación permitirá proteger a un máximo de dos tercios de la población de Corea del Sur y de las centrales nucleares y las instalaciones de almacenamiento de petróleo, según el Ministerio de Defensa de Corea del Sur. Varias ciudades surcoreanas han sido escenario de protestas en los últimos meses para rechazar que el sistema pueda instalarse en sus inmediaciones.
Conocido por su acrónimo THAAD (Thermal High Altitude Area Defense), este sistema de alta tecnología está formado por radares con un alcance de miles de kilómetros, sistemas de comunicaciones e interceptores que destruyen al proyectil enemigo en la última fase de su vuelo, dentro o fuera de la atmósfera. Corea del Sur ya cuenta con un escudo basado en el sistema Patriot, aunque estos interceptores solo son efectivos a baja altitud.
Desde que el pasado febrero, Seúl y Washington empezaron a plantear la posibilidad de este sistema defensivo en la península coreana, China ha protestado enérgicamente contra ello. Pekín, que ve con sospecha cualquier paso que pueda suponer un aumento de la huella militar estadounidense en Asia-Pacífico, considera que los radares del THAAD pueden utilizarse contra su territorio. O incluso contra zonas de soberanía en disputa, como el mar del Este de China, donde mantiene un contencioso con Japón. Rusia ha expresado también preocupaciones similares.
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