La disputa comercial entre Estados Unidos y China se ha convertido este lunes, oficialmente, en una guerra de divisas con la inclusión de Pekín en la lista estadounidense de países manipuladores de su moneda para, supuestamente, tratar de obtener una ventaja competitiva. El presidente de la primera potencia mundial, Donald Trump, ya había sugerido esta posibilidad en sus números intervenciones públicas, al acusar directamente a Pekín de estar devaluando artificialmente el yuan. Las autoridades chinas han respondido, poco después, anunciando "contramedidas" que no ha detallado. El yen, el euro y el oro, activos considerados como refugio en momentos de turbulencias, se encarecieron tras el anuncio del Departamento del Tesoro. Las Bolsas asiáticas abrieron la sesión del martes con fuertes pérdidas, que se suman a las cosechadas el lunes en los principales parqués del mundo.
La Casa Blanca ha hecho este lunes efectivas sus amenazas, menos de una semana después de que decidiese dar un paso más en la escalada al anunciar que los aranceles abarcarían a todos los bienes importados del gigante asiático. Es la primera vez en un cuarto de siglo —exactamente desde 1994— en que EE UU declara a China como país manipulador de divisas. El Tesoro lo había evitado hasta ahora, aunque se venía planteado esta opción desde que el valor del yuanse desplomó durante la pasada crisis financiera. El valor de la moneda china vuelve a estar a niveles de 2008, un hecho que favorece notablemente la capacidad exportadora de Pekín: sus productos ganan competitividad de forma inmediata y sin necesidad de abaratar la producción. En un momento en el que tiene que hacer frente a las repetidas rondas de aranceles de Washington, China puede compensar así el efecto de las tarifas.
El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, explicó en un comunicado que va a solicitar ahora al Fondo Monetario Internacional (FMI) que “proceda a eliminar la ventaja competitiva injusta creada por las últimas acciones de China”. La maniobra de Washington contra Pekín podría así detonar una crisis aún mayor entre los dos países, tener severas ramificaciones en la economía global y sacudir con fuerza las monedas latinoamericanas, muy vinculadas a la evolución del billete verde.
Horas antes de que se conociese el movimiento de la Administración estadounidense, el temor a que la batalla arancelaria detonara en una guerra de divisas había provocado ya la peor jornada del año en Wall Street. Los dos principales índices de la Bolsa de Nueva York, el Dow Jones y el S&P 500, cerraron con sendas caídas cercanas al 3%, ya en zona de mínimos de dos meses. El Nasdaq, que refleja la evolución de los valores tecnológicos —muchos de ellos con un pie en EE UU y otro en China—, se dejó un 3,5%. Los números rojos se intensificaron después de que se conociese que, como respuesta a los nuevos aranceles anunciados la semana pasada, las empresas chinas dejarían de adquirir productos agrícolas estadounidenses al considerar que se violaron los términos del pacto alcanzado entre Trump y Xi Jinping en el último G20.
Que las divisas se usen como arma no haría más que prolongar el enfrentamiento. Se da además la circunstancia de que esta vez no hay un encuentro a la vista entre los dos líderes que pueda contribuir a rebajar la tensión como sucedió en mayo pasado, la última vez que el parqué neoyorquino se vio atrapado en una espiral negativa similar. Preocupa, por tanto, que la situación no se pueda reconducir. Trump también ha señalado en varias ocasiones al Banco Central Europeo (BCE), pero no ha llevado sus acusaciones al terreno de los hechos, como sí ha hecho ya con china.
Reflejo de la incertidumbre, el tipo de los bonos del Tesoro a 10 años se colocó, entretanto, por debajo del 1,75% ante las expectativas de que la retórica de confrontación de Trump fuerce a la Reserva Federal a recortar de nuevo el precio del dinero en septiembre y previsiblemente otra vez en diciembre. La acción del banco central le podría ayudar, a la vez, a rebajar el valor del billete verde.
Un yuan más débil hace que los productos estadounidenses sean más caros en el mercado chino. Eso afectó especialmente a multinacionales como Apple, que se dejó más de un 5%, y a compañías industriales porque las hacen menos competitivas frente a rivales locales. La guerra comercial es, en cualquier caso, un catalizador. El litigio tiene lugar en un momento en el que el crecimiento global se modera.
El Tesoro es el guardián del dólar en EE UU, no el banco central —la Reserva Federal—. La Administración Trump, sin embargo, puede recurrir a varias herramientas para intervenir si fuera necesario en el mercado de divisas y en ese caso la Fed podría ayudarle a vender dólares y comprar divisas. Es, en todo caso, un paso extremo y EE UU podría verse en la situación de actuar en solitario.
"China dejó caer el precio de su divisa a casi un mínimo histórico. Se le llama 'manipulación de divisas'. ¿Estás escuchando, Reserva Federal?", afirmó el lunes por la mañana el presidente Donald Trump en su cuenta de Twitter. Y como viene siendo habitual desde la campaña electoral, acusó a China de robar a EE UU, a su empresas y a sus empleados. "Nunca más", sentenció antes de que el Tesoro diese el paso definitivo, temido por los inversores por su potencial detonador de una guerra global de divisas.
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