Así viven los últimos descendientes de los incas

  12 Junio 2019    Leído: 3425
Así viven los últimos descendientes de los incas

La remota comunidad Huilloc permite conocer su forma de vida a través del turismo responsable.

El último inca en el gobierno, Atahualpa -el “dichoso vencedor”-, murió en 1532 habiendo liderado el imperio durante los últimos dos años. Más tarde, la deleznable invasión española tomó Cuzco, arrasando con todo atisbo de cultura para imponer la suya. La historia ensalza las figuras de los reyes, emperadores y líderes de guerra, pero lo cierto es que, por muchos gobernadores que mueran, el pueblo siempre seguirá vivo.

Así lo demuestran las comunidades de los “Inkas Vivientes”, personas corrientes y sin linaje: los últimos descendientes reales delimperio inca. Una de ellas es la de Huilloc, una pequeña y humilde aldea situada a 40 minutos de las famosas ruinas de Ollantaytambo, en lo alto de la montaña, entre Machu Picchu y Cuzco. Y, durante mi viaje por aquellos parajes, mi objetivo, desde Ollantaytambo -ya masificado por el turismo según mi gusto- era visitarla.

Me dirigí al mercado de la localidad, frente al cual una furgoneta -que sirve habitualmente como transporte escolar- me trasladaría hasta la comunidad de Huilloc, en compañía de varios jóvenes que, después de clase, volvían a comer con sus familias.

Al llegar a mi destino, Bacilia me recibió con una gran sonrisa. La familia Usca Mamani es una de las casas anfitrionas que acoge a los viajeros que quieren conocer su comunidad. A través del turismo responsable, buscan reafirmar su identidad cultural generando a la vez oportunidades de estudio y autoempleo. Para ello han creado la Asociación de Jóvenes Indígenas Inkas Vivientes, que aglutina a las comunidades Huilloc, Rumira-Sordormayo, Patacancha y Challwaccocha, siendo esta última la más aislada y alejada de la civilización. Desde 2008 operan sin ánimo de lucro, fomentando laformación de jóvenes indígenas en un turismo rural, vivencial y comunitario de sanación.

Su objetivo es mejorar sus oportunidades de vida y lograr el “buen vivir”, una expresión procedente de la cosmovisión andina y amazónica que sigue vigente en los pueblos con descendencia inca. “Sumaq kawsay” me saludó Bacilia. “Significa la realización ideal y hermosa de una vida digna, en plenitud, persiguiendo el equilibrio con la naturaleza. Es lo que buscamos lograr a través del dinero que los turistas aportan a la comunidad por visitarnos”, me tradujo el hijo pequeño de Bacilia. La mayoría de los habitantes no saben hablar español; solamente se comunica en su lengua natal, el quechua. Gracias al arranque de la asociación, sus hijos pueden ir al colegio a estudiar castellano y, a la vez, aprender a fortalecer su idioma y poner en valor su cultura.

Una cultura que se comparte con los turistas a través de la convivencia con la comunidad como base de la visita. Bacilia me acomodó en el piso de arriba de su humilde hogar, lleno de murales con simbología andina pintados por su hijo pequeño. La cocina es el centro de la casa donde se congrega la familia la mayor parte del día. Entre sus actividades se encuentra el aprendizaje del quechua, de su cocina, de sus tejidos y del proceso de teñido natural, de la agricultura orgánica, las plantas medicinales, los rituales, las ofrendas a la “Pachamama”, e incluso danzas y juegos tradicionales.

Aunque la actividad que más llamó la atención de los vecinos de la localidad durante mi visita fue la de una excavadora que construía un puente destinado a unir las dos partes de la comunidad. Ni el mejor partido de fútbol genera tanta expectación como lo hizo la presencia de la maquinaria. Bacilia dejó la comida a medio cocinar y sus hijas pararon de tejer para aglutinarse alrededor de la pequeña obra pública. Allí se reunieron todos los habitantes de Huilloc, expectantes vigilando cualquier movimiento de la máquina que había llegado a su comunidad.

Desarrollo turístico
Un proyecto respetuoso

Estos pueblos se autogestionan a través de la agricultura y la confección de tejidos entre otras actividades artesanales. A través del turismo sostenible haciendo partícipes a los viajeros de su día a día, consiguen reconocerse, diferenciarse, valorarse y crecer interculturalmente. El desarrollo turístico local debe servir para mejorar la vida de estas familias, por ello en sus comunidades la gobernabilidad es asamblearia y participativa, con el fin de que todas las personas se involucren en las decisiones de la asociación. Se trata, en definitiva, de un proyecto comunitario y novedoso que a la vez respeta y ensalza las tradiciones y los ritos andinos.

“Somos una empresa comunitaria indígena exitosa, que genera ingresos y autoempleo, promoviendo a su vez un desarrollo comunitario sostenible que nos hace merecedores de reconocimiento a nivel regional, nacional e internacional”, me explicó Victoria, la hija de Bacilia, haciendo hincapié en que era la primera española a la que acogían en su casa. Y es que habitualmente los turistas que les visitan proceden de Suiza, EE.UU., Francia, o incluso Rusia.

La familia Usca Mamani ha podido pagar la educación de sus dos hijos pequeños gracias a los ingresos que reciben por acoger a turistas. A partir de 50 soles (13 euros aproximadamente) puedes testar la experiencia en primera persona, ayudando a fortalecer estas comunidades enfocadas en poner en valor la sabiduría local, la recuperación de flora autóctona medicinal, la alimentación saludable y el “buen vivir” en armonía con la naturaleza y el desarrollo social.

Cuatro días conviviendo con Bacilia no fueron suficientes. Tan sólo aprendí un atisbo del gran saber que esta comunidad nos puede enseñar: el valor de la humildad, la sencillez y el empoderamiento indígena. Hubiera necesitado más tiempo para apreciar por completo el gran valor que supone que estas comunidades sigan en pie.Luchan a contratiempo frente a un sistema cada vez más globalizado que amenaza con relegar su cultura a un simple tour turístico.

Los “Inkas Vivientes” ya han puesto sobre la mesa la solución a este problema. Ahora somos nosotros, los turistas, los que tenemos que apoyarla.

A través del turismo sostenible haciendo partícipes a los viajeros de su día a día, consiguen reconocerse, diferenciarse, valorarse y crecer interculturalmente.

Lavanguardia


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