El movimiento chiita Hezbolá parecía imponerse en las legislativas en el Líbano, las primeras en casi una década, mientras que el primer ministro sunita, Saad Hariri, y su partido figuran como los perdedores, según las primeras estimaciones de los movimientos políticos.
Estas elecciones, celebradas el domingo, estuvieron marcadas por la baja participación que llegó a un 49,2%, frente a un 54% en 2009, y la emergencia de candidatos de la sociedad civil que desafiaron a la oligarquía política tradicional y que podrían alcanzar un par de escaños.
La política sectaria de reparto del poder en Líbano implica que ninguna alianza del parlamento de 128 escaños gozará de una mayoría estable. Pero el Hezbolá, muy popular en sus bastiones, parecía no obstante confortar su posición a favor de las alianzas que podría sellar o renovar.
Las estimaciones del partido chiita, unas horas después de comenzado el escrutinio, indican que el movimiento se impuso en casi todas las circunscripciones en las que tenía candidatos.
Los resultados oficiales deben ser anunciados durante el día, pero estas primeras tendencias dejan aparecer que Hezbolá debería, junto a sus aliados, poder forjar más fácilmente una mayoría sobre temas clave como el de las armas, de las que nunca se deshizo desde la guerra civil (1975-1990).
En un contexto de fuertes tensiones regionales por el papel de Irán, principal sostén del movimiento chiita, "el Hezbolá parece en buena situación para tener mayor influencia en el proceso decisional" en Líbano, declaró a AFP el politólogo Karim el Mufti.
El primer ministro sunita, Saad Hariri, principal figura del bando rival, y su partido Corriente del Futuro, figuran además entre los perdedores de estas legislativas.
Esta corriente, apoyada por Arabia Saudita, "perdería algunos escaños", afirmó El Mufti.
La reconducción en el cargo del jefe de gobierno "no está amenazada", continuó el analista. Pero este revés interviene seis meses después de su rocambolesca dimisión desde Riad.
Arabia Saudita, disconforme con los compromisos del primer ministro con el Hezbolá iraní, dejó finalmente regresar a Líbano al hijo del ex primer ministro asesinado Rafic Hariri.
En Beirut, el nuevo equilibrio de fuerzas en el Parlamento dejaría al partido cristiano del presidente Michel Aoun con el papel de árbitro, al que aspira.
"El mayor actor será el grupo del presidente Aoun, que se ubicará entre los bloques no alineados, y el Hezbolá beneficiará con ello de la ausencia de una amplia coalición" opositora, explicó el politólogo Imad Salamey.
El Hezbolá, creado en los años 1980 en el fragor de la revolución islámica iraní para luchar contra Israle, combate actualmente en Siria junto al régimen de Bashar al Asad.
Las últimas legislativas en el Líbano fueron en 2009. El parlamento prorrogó luego en tres ocasiones su mandato, aludiendo los riesgos de seguridad vinculados al desbordamiento de la guerra en Siria.
En los últimos años, el país vivió varias crisis políticas que logró capear apenas para evitar estallidos de violencia. Pero su entorno geográfico es sensible.
Se esperaba una mayor participación debido a que eran los primeros comicios legislativos en nueve años y también debido a que eran las primeras elecciones con un nuevo sistema electoral proporcional aprobado en 2017, pero las papeletas usadas el domingo pareciera que confundieron a algunos votantes.
Algunos votantes también dijeron que la absurda red de alianzas electorales que hace que algunos partidos trabajen juntos en algunos distritos y que compitan en otros, los había desilusionado.
Pese a la baja participación teniendo en cuenta en que en estas elecciones se sumaban al universo electoral unos 800.000 nuevos votantes, la nueva ley permite que pequeños partidos apoyados por la sociedad civil puedan entrar al parlamento.
Dos mujeres, la periodista de televisión Paula Yacoubian y la autora Joumana Haddad están posicionadas para obtener un escaño en el parlamento, después de abogar en sus candidaturas por una apuesta que desafíe a las dinastías políticas que critican como corruptas.
AFP