Francia está intentando frenar el arranque de las negociaciones para un acuerdo de libre comercio entre la UE y Mercosur, el bloque que agrupa a Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia y Paraguay (además de Venezuela, que no participa en la negociación) y que representa más del 80% del PIB de Sudamérica, según explican varios socios de la UE y confirma la Comisión Europea. El intercambio de ofertas, que supone el arranque de la negociación formal, se producirá en la segunda semana de mayo, pero Francia ya ha pedido que se posponga la cita hasta que concluya un estudio sobre el impacto que las concesiones en este u otros acuerdos comerciales tendrían sobre el sector agrícola de la Unión.
Francia, que ha conseguido el apoyo de otros 12 países de la UE (Polonia, Austria, Grecia, Irlanda, Hungría, Rumanía, Lituania, Estonia, Letonia, Chipre, Eslovenia y Luxemburgo), se enfrenta al resto de socios, encabezados por España, Alemania, Italia, Portugal, Reino Unido, Suecia y Alemania. En una carta dirigida a la Comisión el pasado 7 de abril, el bloque que encabeza París advirtió de que la oferta a Mercosur afecta a “productos sensibles” y sería considerada una “provocación” por los agricultores europeos. El presidente francés, François Hollande, dio su apoyo a esa negociación en una reciente visita a Uruguay y Argentina, a finales de febrero. Pero el conflicto con los agricultores —que incluye nuevos ataques contra camiones cargados de vino español— podría obligar al Ejecutivo francés a mantener una posición más defensiva, a pesar de las promesas del presidente.
La Comisión espera que no llegue la sangre al río. Varios países han protestado a través de los ministros de Agricultura, pero a la vez "el Consejo dio un mandato negociador con un amplísimo apoyo", apunta un portavoz. "No se van a eliminar los aranceles en todos los productos, pero se trata de un acuerdo de amplia base, no solo agrícola, y el objetivo es encontrar un enfoque ambicioso y equilibrado, que permita seguir adelante y a la vez tenga en cuenta las distintas sensibilidades que se han puesto de manifiesto en todo este proceso", según la misma fuente.
El objetivo de París no es solo aplazar el intercambio de ofertas, sino excluir los contingentes arancelarios en el sector agrícola, en el que los países sudamericanos son más competitivos. Fuentes diplomáticas españolas temen que la negociación fracase si se imponen las tesis francesas: el acuerdo perdería atractivo para los países sudamericanos, que basan sus exportaciones a la UE en productos básicos o semifacturados. Lo que se ha filtrado hasta ahora va en la línea de recoger algunas de las presiones de París: el consumo de carne de vacuno asciende a unos 7,8 millones de toneladas; la oferta de la Comisión podría incluir un máximo de 78.000 toneladas: apenas un 1%.
La decisión última corresponde a la Comisión, que debe escuchar la opinión de los Estados miembros y no acaba de cerrar un acuerdo que ha costado años y años. El pasado 27 de noviembre, los responsables de Comercio de los 28 dieron luz verde al arranque de las negociaciones, pese a la oposición de Francia, que alegó que la oferta de Mercosur solo cubría el 87% de las líneas tarifarias y no el 89% como se exigía. “Ha quedado claro que hay una amplísima mayoría de Estados que quieren ese intercambio de ofertas y confiemos en que la Comisión tome la decisión correcta”, declaró entonces el secretario de Estado de Comercio español, Jaime García-Legaz.
Las negociaciones entre la UE y Mercosur quedaron bloqueadas en 2012 y fue en junio del año pasado, con motivo de la Cumbre UE-CELAC (Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe) en Bruselas, cuando se acordó relanzarlas. La llegada al poder del nuevo presidente argentino, Mauricio Macri, firme partidario del acuerdo, ha dado un impulso decisivo a las negociaciones.
Tras perder la batalla en la reunión de responsables de Comercio, Francia ha maniobrado a través de los titulares de Agricultura, según las fuentes consultadas, con el objetivo no solo de aplazar el intercambio de ofertas, sino de excluir los contingentes arancelarios en el sector agrícola, lo que supone un retroceso respecto a la oferta que presentó la UE en 2004. De momento, ha conseguido que se encargue el estudio sobre el impacto en la agricultura europea no solo de las negociaciones con Mercosur, sino también del reciente acuerdo con Canadá o del que se negocia con Estados Unidos (TTIP), que no estará listo al menos hasta septiembre.
España teme que, si se frena ahora la negociación, se pierda una oportunidad de oro y Sudamérica se quede descolgada de las grandes áreas de libre comercio que se están configurando en torno a los acuerdos que la UE y EE UU negocian entre sí y con los países del Pacífico.
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