La zona sufre movimientos telúricos desde diciembre y uno de los más reseñables se registró el 23 de enero, con magnitud 4,4, mientras que otros tres temblores consecutivos de entre 4,2 y 4,4 se dieron el 26 de ese mes.
La situación provoca que cientos de personas pasen las noches fuera de sus domicilios por miedo a sufrir las consecuencias de los daños que puedan producir estos sismos.
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