Una operación sacudió a los mercados con fuerza la semana pasada: General Electric acordaba la venta de su negocio biofarmacéutico a Danaher. Es la apuesta más agresiva de su nuevo consejero delegado, Larry Culp, desde que se puso al frente del gigante empresarial en octubre del año pasado. Una operación de 21.400 millones de dólares que deja al conglomerado industrial y financiero sin uno de sus grandes surtidores de ingresos en su rama sanitaria, pero que disparó la acción de la compañía.
Culp llegó al frente de General Electric para administrar un tratamiento de choque a una compañía legendaria, el orgullo industrial de EE.UU., que tocó fondo a finales del año pasado. En diciembre, su acción se había desplomado un 50% en el último año y su futuro presentaba sombras. Culp ha sacado la tijera para estabilizar la cuenta de resultados de la compañía, en un proceso de desinversiones que incluye la venta de parte de la participación de la compañía en la empresas de servicios petroleros Baker Hughes y la fusión de su negocio de transportes con Wabtec.
Estas decisiones no han marcado la historia de General Electric, una compañía que dominó EE.UU. a base de conquistar y liderar mercados. Nació a finales del siglo XIX, producto de un invento genial -la bombilla de Thomas Alva Edison- y del don de las grandes operaciones de John Pierpont Morgan, el gran financiero de la época, que orquestó la fusión en 1892 de Edison General Electric y Thomson-Houston Electric Company para crear General Electric. La ambición de General Electric de crecer más allá de la bombilla no tardó en llegar. Se expandió al tranvía, a la maquinaria de los trenes, fue pionera en el negocio de la radio (RCA) y de la televisión (NBC) y sus innovaciones en electrodomésticos cambiaron la cara a los hogares estadounidenses.
Durante la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en un proveedor clave de maquinaria y tecnología para el ejército. El triunfo aliado y el dominio político y económico de EE.UU. en la posguerra supuso el lanzamiento definitivo de General Electric en casi todos los campos de la actividad humana: motores de avión, equipamiento médico, ordenadores, tecnología minera, producción energética e incluso en la industria del cine la compañía inundó con sus productos la economía.
Gigante entre gigantes
En su punto más alto, justo en el cierre del siglo XX, el llamado «Siglo Americano», en agosto de 2000, era la mayor compañía de EE.UU. Estaba valorada en 600.000 millones de dólares, daba trabajo a 350.000 personas, operaba 150 fabricas en EE.UU. y otras 176 en 34 países y repartía dividendos a 600.000 accionistas.
Buena parte de su expansión en las últimas dos décadas del siglo XX tuvo como protagonista a Jack Welch, uno de sus ejecutivos emblemáticos. Dirigió a la compañía con puño de hierro: exigía a los directores de cada división que despidieran al 10% de los empleados con menor rendimiento cada año y buscaba nuevos negocios con la misma facilidad con la que se deshacía de los que no funcionaban.
Buena parte de ese crecimiento estuvo respaldado por GE Capital, el brazo financiero del conglomerado, que en ese punto máximo de la compañía representaba la mitad de sus beneficios. La jubilación de Welch, el impacto en su negocio de seguros y de aviación del 11S, operaciones equivocadas y, sobre todo, la crisis financiera de 2008 provocaron el desplome paulatino de la compañía, acelerado desde el verano de 2017, con una caída sostenida de la acción.
«Ya se ve que la situación ha empezado a cambiar», aseguró Culp esta semana en una entrevista con «Bloomberg», después de una recuperación de la acción en el anual. «Podremos centrarnos un poco más en ir al ataque, y menos en la defensa».
Abc
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