Ya no más aquellas persecuciones por toda la vivienda de padres “armados” con una zapatilla buscando azotar a sus hijos por haber cometido alguna mala acción.
Castigo inútil
La AAP ha puesto en conocimiento los resultados de sus estudios, que dejan atrás los efectuados en el año 1998. Por primera vez en veinte años la institución ha analizado este “tradicional” método de castigo y afirman que las investigaciones hechas en la década de los 90 añaden argumentos a su conclusión: “Con mayor fuerza, ahora podemos asegurar que los padres nunca deben golpear a sus hijos ni usar insultos verbales o expresiones que humillen o avergüencen a los menores”.
El ente explica que estos castigos que implican propinar golpes “resultan ineficaces a corto plazo“. Esto fue comprobado, por ejemplo, en una de las pruebas en donde el 73% de los infantes que recibieron azotes continuaron con la actividad por la que fueron castigados después de diez minutos.
Trauma psicológico
Otro punto del estudio se refiere a las consecuencias que tienen en la conducta futura de los niños. Los expertos detectaron mayores niveles de agresividad en edad preescolar y escolar en los menores que fueron castigados con azotes, así como un riesgo más alto de padecer trastornos mentales.
La recomendación del organismo es aplicar formas distintas de disciplina que no sean nocivas como “el refuerzo positivo de las conductas apropiadas, marcar límites, reorientar el comportamiento del menor o establecer expectativas futuras”.
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