La mayor complicación la tiene Pedro Sánchez en casa, donde debe cortejar a los soberanistas para sacarlos adelante.
Tras firmar el grueso de las cuentas de 2019 con el izquierdista Podemos y sumar al carro al nacionalista vasco PNV, el presidente del Gobierno confía en que un voto favorable de los de Pablo Iglesias a los presupuestos catalanes en el Parlament encamine la aprobación de los suyos en las Cortes.
Sánchez acordó con Iglesias una subida del gasto público del 3,1%, aunque en términos de PIB se quedará por debajo del 41% por primera vez desde 2007.
En los presupuestos figuranuna subida de las pensiones y del salario mínimo, aunque también de los impuestos para las grandes fortunas y empresas. Además aumentará el gasto en dependencia y habrá medidas para controlar la burbuja del alquiler que sufre España sobre todo en las grandes ciudades.
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