En 2011, los investigadores de la NASA descubrieron que el centro magnético de Mercurio no se encontraba en el centro del planeta, sino que se desplaza hacia el norte.
Sus polos reciben un número diferente de partículas del viento solar que, junto con trazas de actividad volcánica, dio a los científicos la oportunidad de asumir la existencia de agua congelada en cráteres profundos en los polos de Mercurio que, permanentemente oscuros, resultaron ser un ambiente muy favorable para la formación de hielo, según recopila el portal ruso Popmech.
A través de las fotos de la sonda espacial Messenger, la NASA pudo comprobar que el hielo estaba presente no solo en los grandes cráteres de la superficie del planeta, sino también en grandes cantidades en los pequeños, lo que representa una cantidad nada despreciable de reservas de agua congelada.
Solo en los tres mayores cráteres del planeta, la capa de hielo es de un área de al menos cuatro mil kilómetros cuadrados, y aún más agua congelada se esconde bajo el suelo en las llanuras alrededor de los cráteres.
Sin embargo, la fuente de la enorme cantidad de hielo en el planeta sigue siendo un misterio para los científicos.
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