El estudio mostró que la disminución del estrés fue el factor clave que influyó en que las mujeres participantes redujeran el consumo de comidas rápidas y altas en grasas. La intervención en el estilo de vida ayudó a reducir el estrés de las madres.
La reducción de un punto en la escala que mide el estrés se relacionó con una reducción de casi un 7% de la frecuencia con la que las mujeres comían alimentos con grasas.
Durante la investigación, las participantes vieron un total de 10 vídeos en los que mujeres como ellas daban testimonios sin guion sobre alimentación saludable y la preparación de alimentos, el manejo del estrés y la actividad física
Muchas participantes admitieron que era la primera vez que se daban cuenta de que estaban estresadas, según Mei-Wei Chang, autora principal del estudio y profesora asociada de enfermería en la Universidad Estatal de Ohio, EEUU.
Eran conscientes de que se sentían impacientes, tenían dolor de cabeza y cuello y problemas para dormir, pero no sabían que eran signos de estrés.
"Si no sabes cómo manejar el estrés, cuando estás tan estresado, ¿por qué te vas a preocupar por lo que comes?", comentó la científica, citada por un comunicado de la universidad.
Según Mei-Wei Chang, estas mujeres enfrentan una serie de desafíos que podrían causarles estrés: dificultades financieras, vivienda deteriorada, mudanzas frecuentes, relaciones románticas inestables y hogares llenos de niños pequeños.
Lamentablemente, muchos factores estresantes en la vida de las participantes no están bajo su control. Por lo tanto, para manejar el estrés, los investigadores aconsejaron a las mujeres que cambiaran su forma de pensar y que no se culparan a sí mismas cuando las cosas iban mal.
"Les enseñamos formas de controlar sus emociones negativas, recordar que es temporal y pueden superarlo. Y darles confianza para mirar hacia el futuro", dijo Mei-Wei Chang.
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