El principal adversario político del Kremlin, Alexéi Navalni, ha sido ya trasladado a la colonia penitenciaria en donde deberá cumplir dos años y cinco meses de prisión, pero sus abogados no han recibido todavía comunicación de qué cárcel concreta se trata. Navalni fue enviado de forma provisional el pasado 25 de febrero del centro de detención preventiva de Mastrósskaya Tishiná en la capital rusa a los calabozos de una prisión también de carácter preventivo en la localidad de Kolchúguino, en la región de Vladímir, fronteriza con la de Moscú.

Según el reglamento y a tenor de la normativa sanitaria vinculada a la pandemia de Covid-19, el líder opositor ha tenido que pasar en Kolchúguino dos semanas de cuarentena y es ahora cuando se supone que deberá ser enviado a la cárcel en donde pasará los dos próximos años y medio. Distintas fuentes aseguraron el mes pasado que tal lugar es la Colonia Penitenciaria número 2 de la región de Vladímir y hoy, sin ninguna confirmación oficial todavía, así lo corroboran la agencia RIA-Nóvosti y el diario «Védomosti».

Este penal, denominado en ruso IK-2, se encuentra en la localidad de Pokrov, a una distancia de la capital rusa de unos 200 kilómetros hacia el este. Eso al menos es lo que cree el Comité de Observación Social (ONK), aunque el Servicio Penitenciario Federal de Rusia (FSIN) no lo confirmó entonces oficialmente y sigue sin hacerlo. Los abogados del político ni siquiera fueron hoy autorizados a entrar en la prisión de Kolchúguino, anunció la letrada Olga Mijáilova, quien sostiene que la familia tampoco ha sido informada de nada.

Una fuente citada por el diario ruso «Védomosti», sostiene que Navalni se encuentra ya en el penal IK-2 de Pokrov. Sin embargo, algunos medios de comunicación rusos, entre ellos la agencia RIA-Nóvosti, no descartan que esté en otra cárcel, también de la región de Vladímir, en la número 5.

Penal de Pokrov
Refiriéndose al penal de Pokrov, el activista opositor Konstantín Kótov, que cumplió allí condena, señaló que se trata de un centro no catalogado como de régimen severo, pero, a su juicio, «la disciplina es muy estricta». Según sus palabras, «lo reclusos son castigados por cualquier minucia». Su abogada, la letrada María Eismont, declaró hace unos días a la radio Eco de Moscú que «tras ser sustituida la dirección de la Colonia Penitenciaria número dos, cesaron las palizas a los reclusos, pero se les sigue acosando moralmente».

«Este penal es lo que muchos denominan zona roja. Se trata de un régimen de control estricto de la vida interna de los presos», explicaba Eismont. Según su relato, «con la llegada de Mujánov, el nuevo director, han cesando las palizas, la tortura y la violencia física. Antes de todo eso, había constantes historias relacionadas, no tanto con el comportamiento de los condenados, como con el hecho de que la dirección del centro quería mostrar que los reclusos no son nadie y están allí para sufrir».

La abogada, sin embargo, ha advertido que en Pokrov a los internos «se les somete a una permanente presión moral, creándoles una situación psicológicamente difícil sin tiempo libre en absoluto, obligados a realizar tareas demenciales como hacer la cama en un tiempo récord con arreglo a un determinado patrón, correr de un lado para otro a todas horas, gritando el saludo a los jefes cuando se les da la orden de hacerlo y ¡ay de aquel que no obedece!».

Tras recuperarse del envenenamiento sufrido en Siberia el pasado verano, el disidente político regresó de Alemania el pasado 17 de enero y fue detenido nada más pasar el control de pasaporte. Después, el 2 de febrero, fue condenado a dos años y medio de prisión por una causa que data de 2014 y que él considera «amañada y motivada políticamente». La apelación contra tal sentencia fue rechazada el pasado 20 de febrero. Contra él hay en curso dos causas judiciales más.

abc

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