Kirguistán vive una crisis política desde el 5 de octubre, cuando estallaron las violentas manifestaciones de los partidos opositores disconformes con los resultados de las elecciones parlamentarias celebradas el 4 de octubre.
En la noche del 5 de octubre, los manifestantes ocuparon varias oficinas públicas, incluidas las sedes del Parlamento, el Gobierno y el ayuntamiento de Biskek.
En medio de las protestas presentaron sus renuncias el primer ministro Kubatbek Boronov, el presidente del Parlamento Dastanbek Dzhumabékov y el alcalde de Biskek, Aziz Surakmátov.
Varios grupos opositores insistieron en la dimisión de Zheenbékov. El 7 de octubre un grupo de diputados del Parlamento kirguís lanzó un procedimiento para destituir al presidente del país.
Por su parte, Zheenbékov declaró que está dispuesto a dejar su cargo una vez que se aprueben los nuevos jefes de los órganos ejecutivos y el país vuelva al orden jurídico.
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