El récord mundial en la creación de una vacuna es de 1967. Entonces, se tardaron cuatro años en desarrollar la de las paperas. La del virus del Ébola, conseguida el año pasado, costó cinco años, y se consideró un logro veloz. Ante la pandemia de Covid-19, disparada en medio mundo, varios laboratorios, farmacéuticas, universidades y centros de investigación de todo el mundo se proponen pulverizar esas marcas y conseguir la vacuna contra el coronavirus en menos de un año. Un símil deportivo: sería como destrozar el récord del atleta jamaicano Usain Bolt en los cien metros (9.58, conseguido en 2009) y correr esa distancia en menos de dos segundos y medio.
En la carrera por conseguir la vacuna más perseguida de la historia, la Universidad de Oxford y la farmacéutica AstraZeneca llevan la delantera. Esta semana, la revista científica «The Lancet» publicó resultados optimistas de su vacuna en la creación de una respuesta inmune frente al virus. Su vicepresidente para investigación, Mene Pangalos, compareció el martes ante una comisión de la Cámara de Representantes de EE.UU. y aseguró que los ensayos clínicos de fase 1 y 2 son «muy prometedores» y que esperan cumplir con el objetivo de obtener una vacuna antes de final de año. En EE.UU, incluso antes del último trimestre del año, se permitió decir Pangalos. Ello dependerá de los resultados en los ensayos clínicos más amplios, los de fase 3 y 4, y de que la Administración de Alimentos y Fármacos del país (FDA, en sus siglas en inglés) otorgue un permiso de uso de emergencia para la vacuna. «Si tenemos buenos datos de eficacia, esperamos que esté en cualquier momento a partir de septiembre», dijo.
Pangalos acudió a la cámara baja estadounidense junto a los representantes de otros cinco proyectos líderes para conseguir vacuna. En total, hay más de 150 vacunas en desarrollo en todo el mundo, de las que 23 ya se están probando en humanos en las fases preliminares de ensayos clínicos. La sesión fue una suerte de carrusel deportivo sobre el estado de la carrera por conseguir la vacuna, un ‘minuto y resultado’ sobre los avances de cada uno de los aspirantes.
Como la de Oxford y AstraZeneca, también goza de buena posición la que desarrollan de forma conjunta la farmacéutica Pfizer -otro de los gigantes del sector- y el laboratorio alemán BioNTech. Esta misma semana, presentaron resultados de un estudio en 60 voluntarios de Alemania y, al igual que un anterior ensayo clínico en individuos de EE.UU., los resultados fueron positivos y la vacuna provocó niveles de anticuerpos capaces de neutralizar al virus y sin efectos secundarios preocupantes.
John Young, director de negocio de Pfizer, aseguró que su vacuna tiene «un camino clínico abierto» para la producción de hasta cien millones de dosis de la vacuna antes de que acabe el año. Este mismo mes, la farmacéutica y BioNTech arrancarán un ensayo clínico con 30.000 personas que será determinante para la suerte de su vacuna. Si los datos de eficacia y seguridad son positivos, buscarán que la FDA les conceda un uso de emergencia de su vacuna -de la que tienen en estudio cuatro variantes- y que pueda estar en el mercado en diciembre. Antes de este proyecto, Pfizer y BioNTech habían colaborado en vacunas para la gripe común.
Un espaldarazo del Gobierno
Tras estos buenos resultados, este aspirante consiguió este martes el espaldarazo del Gobierno de EE.UU., que trata de asegurarse de que tendrá un acceso preferencial a la vacuna cuando esta esté lista. El secretario de Salud de la Administración de Donald Trump, Alex Azar, anunció este martes un acuerdo de 1.950 millones de dólares con Pfizer y BioNTech para que produzcan cien millones de dosis antes de final de año, si se cumplen todos los requisitos. El acuerdo incluye la posibilidad de aumentar la compra en otras 500 millones de dosis. Según las compañías, podrían tener la capacidad de fabricar hasta 1.300 millones de dosis durante el año que viene. Según el acuerdo, la vacuna sería distribuida de forma gratuita a los ciudadanos estadounidenses.
Ese contrato es el mayor firmado hasta el momento por la Administración Trump dentro de la llamada Operación Velocidad Endiablada, que busca acelerar el máximo la consecución de una vacuna y asegurar que llegará al máximo número de estadounidenses. Con anterioridad, acordó un pago de 1.200 millones de dólares con AstraZeneca por 300 millones de sus dosis y de 1.600 millones con la farmacéutica Novavax.
Al contrario que otros laboratorios, Pfizer optó por no recibir financiación gubernamental para la fase de investigación preliminar, con lo que se ahorró tiempo de negociaciones contractuales. «No lo hicimos por la sola razón de que queríamos ser capaces de llevar lo más rápido posible nuestra vacuna a la fase clínica», aseguró Young.
Su vacuna aspirante utiliza una tecnología novedosa, el llamado ARN mensajero, para estimular el sistema inmune del paciente sin que este se ponga enfermo. Es un sistema que permite crear una vacuna de forma rápida, pero que todavía no ha dado lugar a una que haya sido aprobada y comercializada en ninguna otra enfermedad.
Es la misma tecnología que utiliza la vacuna de Moderna, un laboratorio de Massachusetts que trabaja en su proyecto en colaboración con los Institutos Nacional de Salud, una agencia médica pública de EE.UU. Los resultados de sus ensayos clínicos preliminares también han sido positivos, lo que permite un «optimismo cauto», según dijo su presidente, Stephen Hoge a los legisladores. Si todo va bien, explicó, este otoño o a finales de año la vacuna estará lista para la aprobación de los reguladores. Para entonces, ya estarán listos para producir millones de vacunas para el mercado.
Otros aspirantes, como los gigantes farmacéuticos Johnson & Johnson y Merck van algo descolgados: su estimación es tener su vacuna lista el año que viene. La rapidez es clave en encontrar un remedio a la pandemia de Cvid-19, que acumula más de 15 millones de casos registrados en todo el mundo y más de 600.000 fallecidos. Pero todavía es más importante la seguridad y convencer a la opinión pública de su efectividad. En EE.UU. donde gana terreno el movimiento anti-vacunas, solo la mitad de los ciudadanos dicen que se la pondría cuando esté disponible, según un sondeo de AP-NORC. Los laboratorios insistieron a los legisladores en que no están tomando atajos para imponerse en esta carrera y que los requerimientos de seguridad impuestos por la FDA son los «estándares normales» para conseguir una vacuna «segura y eficaz».
abc
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