Yahoo, así fue la caída estrepitosa de un coloso de Internet

  02 Marzo 2020    Leído: 735
Yahoo, así fue la caída estrepitosa de un coloso de Internet

La empresa se creó hace 25 años. Dominó el mercado cuando ni siquiera el uso de la Red estaba extendido. Un éxito prematuro para una multinacional demasiado visionaria para la época e incapaz de reconducir infinidad de errores estratégicos.

Yahoo celebra este lunes su 25 cumpleaños con la nostalgia del coloso que fue para internet. Un nombre propio, en mayúsculas. La web y los buscadores serían un espejismo sin su comparecencia. Su grandeza guarda escasa relación con esa exclamación tan distintiva al final del nombre. De la mano de sus creadores, Jerry Yang y David Filo, dominó la Red a finales de los 90 y hasta mediados de los 2000. Una época en la que el sector digital a penas gateaba. Escribir www no estaba para nada popularizado. Pero de este reinado abdicó por una catarata de errores estratégicos. Muy visionarios para aquellos años, unos adelantados; aunque una caída como pocas se recuerdan.

“Era la gran referencia, el Google de la época por mucho que fuera un directorio de contenidos más que un buscador propiamente dicho”, explica Nacho Somalo, CEO de Lonesome Digital. Sus trabajadores, conocidos como surfers, recopilaban a mano el contenido publicado en la Red. Precisamente, los de Mountain View clavaron más de un clavo en el ataúd de Yahoo. Desde que en 2002 unos 1.000 millones de dólares separaron a Larry Page y Sergey Brin, fundadores de Google, de venderle la compañía hasta el momento en el que el todopoderoso Yahoo reconduce las consultas que no tiene indexadas a su web. “Yang y Filo fueron pioneros en la idea de un concepto tecnológico, pero se olvidaron de desarrollar su producto. Esto debilitó su modelo de negocio”, argumenta María Teresa Ballestar, investigadora en ESIC.

Un empleado de Yahoo! el 15 de marzo de 1997 en San FranciscoERIC SANDER / GETTY IMAGES
Salió casi ileso de la gran crisis de las puntocom de principios de siglo, que frenó en seco el crecimiento del sector y pinchó la burbuja creada en torno a la web. Pero el final de los días de vino y rosas, como demostró su relación Google, fue la vanidad ante los competidores. En 2006 intentó comprar Facebook por un precio irrisorio y, dos años después, rechazó vender a Microsoft la compañía, ya en horas bajas, por 44.600 millones de dólares. “Su error fue pensar que eran los mejores, que no tenían que mirar hacia fuera. No buscarías en un buscador que no fuera el numero uno; y Google terminó siéndolo. En internet solo vale ser el mejor”, zanja Somalo.

La innumerable sucesión de directores ejecutivos, como Scott Thompson, que a penas duró tres meses en el cargo; los bandazos estratégicos; las dudas con respecto a qué era Yahoo; y compras millonarias de startups que se quedaron en eterna promesa, como Flickr y Tumblr, ahondaron aún más en la hemorragia. “Yahoo perdió demasiado tiempo despistándose en definir a qué quería jugar. Necesitaba una visión clara de hacia dónde ir”, comenta Javier Rodríguez, que trabajó ocho años en la compañía y fue el vicepresidente europeo de negocio hasta 2008.

Y es que lo mismo era un portal de noticias, que un buscador, que un agregador de servicios financieros o un correo. Como recuerda Miguel Ángel Díez, antiguo trabajador de Yahoo, el mail introdujo un clavo más en el féretro. “Gmail lanzó un servicio gratuito de un giga cuando nosotros liderábamos el mercado junto con Hotmail, de Microsoft. Se montó un gabinete de crisis para solventarlo. Reaccionamos un año después y lo único que hicimos fue aumentar la capacidad a 250 megas. Ahí fue cuando pensé que algo iba mal”, sostiene.

Al cúmulo de despropósitos todavía le resta algún capítulo, pero no nos adelantemos, como sí hizo Yahoo a su época. Yang y Filo fueron unos grandes visionarios, aunque en el momento inadecuado. Entornos de trabajo tan reconocidos hoy en día como el famoso futbolín de Google se quedan pequeños para lo que sucedía en estas oficinas. “En verano íbamos en chanclas. Las corbatas no existían. Cuidaban a los empleados como a nadie. ¡Hasta había una cancha de voleibol en la sede de Estados Unidos!”, exclama Miguel Acosta, que pasó por Yahoo Europa de 1999 a 2004. “Para mí fue un poco de choque cultural. Teníamos fisioterapeutas que venían una vez a la semana para quitarnos las contracturas. Hacían cosas, como de control de producto, que no las vimos hasta una década después”, describe Jorge Sainz, cuatro años en el equipo de finanzas de la multinacional.

Los productos que Yahoo puso a disposición de los usuarios también llegaron antes de lo previsto. Sabían del potencial de internet y colocaron la primera piedra de servicios que, pocos años después, han contado con un éxito indiscutible –aunque fuera de la marca Yahoo–. Briefcase, similar a Dropbox; Launch, parecido a Spotify; Geocities y Grupos, precursores de Facebook; PayDirect, un clon de PayPal; y MyYahoo, que integraba todo el saldo de los bancos. “Teníamos absolutamente de todo, pero no supimos adaptarlo al mercado. Éramos tan importantes que las empresas se pegaban por hacer negocios con nosotros. De hecho, querían anunciar cuanto antes estos acuerdos porque al momento subían un 20 y 30% en bolsa”, afirma Acosta.

Gracias a ser unos avanzados, casi han sido la gran cantera de las grandes tecnológicas actuales. El propio Rodríguez recaló de director general de Google en España y Portugal, Irene Cano anda al frente de la estrategia de negocio de Facebook en la península Ibérica y Jeff Weiner es el director ejecutivo de LinkedIn. Ejemplos de la grandeza de Yahoo. Una grandeza peculiar que Díez resume con una anécdota: “Teníamos un chat interno para contactar con el centro de atención al cliente global. Cuál fue mi sorpresa que una vez fui a consultar una cosa y quien me contestó al otro lado, desde Estados Unidos, fui el propio David Filo. El fundador atendiendo a filiales de mierda. Está claro que era una forma de trabajar diferente”.

Un epitafio en forma de falta de privacidad
“Internet sin Yahoo no habría sido lo mismo. Esto lo he pensado muchas veces”, concluye Rodríguez. Bien distinto es el rumbo que ha emprendido en la etapa final. En 2012, con una marca a la deriva, Marissa Mayer, proveniente de Mountain View, aterriza en la dirección ejecutiva para remontar el vuelo. No solo no lo consigue, sino que el robo de cerca de mil millones de cuentas de correo, de lo poco rentable que le quedaba, culmina el hundimiento en 2013. “Esto como usuario es definitivo. Que se filtren datos personales es la quiebra definitiva”, analiza Ballestar. Después de este episodio, 24 meses después sufren otro hackeo del mail y, en 2016, Verizon se hace por 4.830 millones con el negocio operativo principal de Yahoo.

“Yahoo tuvo cierta obsesión con Google. Su estrategia de diferenciarse le ha llevado hasta donde está. Le cambió el paso. Con Mayer luchó por parecerse en algo a Google, pero iba tarde y mal”, determina Somalo. Como pequeño paracaídas ante tal caída, a la multinacional fundada por Yang y Filo le queda su éxito incontestable en Japón y un 15% del gigante chino Alibaba –activos que dejaron fuera del acuerdo con Verizon–. Un pequeño consuelo para tanta contumacia acumulada. “Tuvo profesionales magníficos. Era divertidísimo trabajar ahí dentro. Equipos jóvenes, con ganas… Era una locura constante y muy exigente”, remacha Rodríguez. Fue un coloso y pudo dominar la web. Pero solo eso, pudo.

elpais


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