El pasado domingo, casi 1.500 personas acudieron a los alrededores del aeropuerto Mansfield Lahm en Ohio (EE.UU.) para ver cómo un avión gigantesco de la NASA llamado Super Guppy aterrizaba con la nave espacial Orion a bordo. La protagonista del momento era la cápsula que previsiblemente llevará a la humanidad de nuevo a la Luna y después a Marte, trasladada desde el Centro Espacial Kennedy en Florida a la estación Plum Brook del Centro de Investigación Glenn de la agencia en Sandusky, donde será sometida a diferentes pruebas de resistencia en la cámara de vacío más grande del mundo. Sin embargo, el colosal avión acaparó las miradas por méritos propios. Es imposible no quedarse impresionado ante sus más de 43 metros de longitud y sus 47 de envergadura. Una ballena aérea capaz de abrir por completo su morro como si fuera un huevo «Kinder» para mostrar lo que lleva dentro.
Según informa la NASA, Super Guppy fue diseñado para solucionar el problema que supone la carga de gran tamaño, impedida por las limitaciones físicas de los túneles ferroviarios, las carreteras estrechas, los puentes bajos y las líneas eléctricas. Estos inconvenientes eran especialmente molestos en los primeros años de la carrera espacial de EE.UU., cuando las grandes piezas de cohetes destinadas a Cabo Kennedy tenían que enviarse en barcazas a través del Canal de Panamá o el Golfo de México. De esa manera, las piezas tardaban mucho en llegar.
En 1961, Aero Spaceline Industries (ASI), con sede en California, resolvió este problema cuando presentó el primer avión Guppy. Construido a partir de un KC-97 Stratotanker muy modificado, el Pregnant Guppy presentaba el compartimento de carga más grande de cualquier avión jamás construido. Con 5,7 metros de diámetro, estaba diseñado para transportar la segunda etapa de un cohete Saturno para el programa Apolo. El avión permitía entregar cargas importantes para las misiones en 18 horas en vez de 18 a 25 días. «¡Decir que este increíble avión ayudó a Estados Unidos a ganar la carrera espacial sería un eufemismo!», afirman desde la NASA.
Al servicio del programa Apolo
El programa fue tan exitoso que en 1965 ASI presentó una versión aún más grande: Super Guppy. Este avión tenía una bahía de carga de 7,62 metros de diámetro, motores más potentes, una cabina presurizada y un morro con bisagras únicas que se abría 110 grados para facilitar la carga frontal completa. La NASA lo adquirió. Durante sus 32 años de servicio, el Super Guppy original apoyó los programas Apolo, Gemini, Skylab y la Estación Espacial Internacional (ISS).
La siguiente generación, surgida a principios de la década de 1980, se llamó Super Guppy Turbine y solo se fabricaron cuatro. Operados por Airbus Industries, la NASA compró uno de ellos en 1997 para reemplazar el viejo Super Guppy. La aeronave no solo apoya a la agencia espacial, sino que también ha sido utilizada por el Departamento de Defensa y contratistas del gobierno estadounidense para mover aviones y componentes grandes por todo el continente, incluidos los T-38 para la Fuerza Aérea y los V-22 para la Marina.
La carga más pesada
Hoy en día, el Super Guppy continúa siendo una de las únicas opciones prácticas para cargas de gran tamaño, como se vio el domingo con la cápsula Orión. Aunque hay otros aviones capaces de transportar más peso, muy pocos se acercan a las dimensiones internas de este avión colosal. Orión fue encerrado dentro del avión gracias a un dispositivo transportador horizontal, que aseguró que se mantuviera quieta y seguro.
Orión y el módulo de servicio han sido la carga útil más pesada jamás transportada en el Super Guppy, según aseguró hace unos días John Bakalyar, gerente del programa de operaciones de aeronaves en el Centro Espacial Johnson en Houston. «En realidad, tuvimos que hacer algunas modificaciones en el avión para acomodarlo, pero este es exactamente el tipo de cosas para las que nos gusta usar el Guppy: nos permite jugar un pequeño papel para llevar a Orión al espacio».
abc