El nivel medio mundial de dióxido de carbono, que permanece durante siglos en la atmósfera y aún más tiempo en los océanos, fue de 407,8 partes por millón (ppm) el pasado año, en comparación con 405,5 ppm en 2017.
También las concentraciones de metano y óxido nitroso registraron en 2018 niveles superiores a los del decenio previo, según las observaciones de la red de la Vigilancia de la Atmósfera Global.
Para la OMM "esta tendencia continua a largo plazo significa que las generaciones futuras tendrán que hacer frente a unos efectos cada vez más graves del cambio climático, como el aumento de las temperaturas, fenómenos meteorológicos más extremos, mayor estrés hídrico, la subida del nivel del mar y la alteración de los ecosistemas marinos y terrestres".
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