Apenas unas horas después de ordenar la retirada completa de las tropas estadounidenses de la frontera de Siria y facilitar así la ofensiva turca contra el pueblo kurdo, Donald Trump dictó ayer una ronda de sanciones contra el gobierno de Turquía cuya parte central es un aumento de los aranceles sobre el acero.
Según dijo el presidente en un comunicado, «EE.UU. dictará sanciones contra los implicados en abusos contra los derechos humanos, interrupciones al alto el fuego, en evitar que las personas desplazadas regresen a sus hogares, repatriaciones forzosas de refugiados o amenazas a la paz, la seguridad o la estabilidad en Siria».
Apenas unos minutos antes, los republicanos en el Senado habían anunciado que cooperarían con los demócratas para aprobar sanciones contra Turquía por la ofensiva en Siria. Los mismos demócratas iniciaron el mes pasado una investigación para la recusación o ‹impeachment› de Trump en la Cámara de Representantes por sus presiones al gobierno de Ucrania.
El presidente se ha quedado solo defendiendo el giro en la política exterior al que ha sometido a EE.UU. Ni sus más fieles aliados en la bancada conservadora del Capitolio han salido en defensa de su repliegue militar, ya que los republicanos diseñaron primero la invasión de Irak y apoyaron después la lucha contra el califato. «Sé que en este asunto soy una isla habitada por una sola persona», dijo el presidente en un discurso en Washington el domingo.
En la erradicación del poder territorial del Estado Islámico en Irak y Siria tuvieron un papel preponderante los kurdos, que ahora han quedado a merced del ejército turco y con la única opción de aliarse con la dictadura de Bachar el Asad en Siria. Antes de dictar las sanciones, Trump había dicho en Twitter: «Que les ayude Rusia, China o Napoleón Bonaparte».
Aunque de puertas afuera Trump se mantiene firme en su decisión de no implicar al ejército norteamericano en más conflictos en Oriente Próximo, de puertas adentro la Casa Blanca ha entrado en modo de prevención de daños. El propio presidente estadounidense llamó a su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, para instarle a que desista de la invasión de terreno kurdo.
Trump ha advertido en varias ocasiones de la «destrucción de la economía» de Turquía si comete una masacre. Erdogan negoció personalmente una reducción de EE.UU. de los aranceles al acero turco, que en mayo pasaron del 50% al 25%. Ahora vuelven a subir por la invasión de Siria.
En un intento de aplacar a sus críticos en el Capitolio, de quienes dependerá su juicio político por el «impeachment», Trump dijo ayer que los 1.000 soldados retirados de Siria permanecerán en Oriente Próximo para «controlar la situación». La semana pasada el Pentágono anunció que refuerza su presencia en Arabia Saudí en 3.000 soldados para asegurar el suministro mundial de crudo.
abc