"También son hijos de alguien, soy consciente. Vamos a soltarles sin falta. Ya hemos liberado a la mayoría ayer [el 7 de agosto]", declaró.
Según diversos medios, de cinco a diez agentes de un grupo de operaciones especiales podrían estar retenidos en la casa de Atambáev.
Representantes del expresidente aseguraron más temprano que nadie usa la fuerza contra los rehenes y que recibieron la asistencia médica.
Según los datos de última hora proporcionados por el Ministerio de Salud kirguís, una persona murió y 51 resultaron heridas después de que un operativo lanzado para detener a Atambáev derivara en enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los defensores del exmandatario.
Más de la mitad de los heridos, entre ellos un efectivo antidisturbios que sucumbió tras recibir un disparo en los choques, son agentes del Comité de Seguridad Nacional o del Ministerio del Interior de Kirguistán.
La Fiscalía General de Kirguistán abrió una investigación penal por presunto delitos de desórdenes públicos, vandalismo, asesinato, homicidio en grado de tentativa, amenaza o violencia contra autoridad y toma de rehenes.
El presidente de Kirguistán, Sooronbái Zheenbékov, acusó a su predecesor de haber pisoteado la Constitución.
El pasado 20 de junio, el Parlamento kirguís entregó a la Fiscalía un pliego de acusaciones contra el expresidente Almazbek Atambáev (2011-2017), entre ellas implicación en varias tramas de corrupción y blanqueo, reordenación ilícita de terrenos y asistencia a la excarcelación ilegal de un capo criminal.
De ser declarado culpable, el expresidente, de 62 años, podría pasar el resto de su vida entre rejas.
Atambáev insiste en que es inocente y se declara dispuesto a rendir cuentas de su gestión, pero hasta la fecha rehusó comparecer ante los jueces instructores que le citaron reiteradamente para prestar declaración. Las leyes en vigor permiten en este caso llevarle a uno a la fuerza al interrogatorio. Sputnik
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