Todo lo que China exporta a Estados Unidos está sujeto a una recarga arancelaria. El presidente norteamericano, Donald Trump, ha elevado un muro comercial a los bienes que proceden de Pekín. Después de la última recarga del 10% anunciada esta semana y que entrará en vigor el próximo mes de septiembre, el 96,7% de la producción china sufre una barrera arancelaria, según los cálculos del Peterson Institute For International Economics (PIIE).
Se trata del grado proteccionista más alto entre los dos países desde los años treinta del pasado siglo, destacan sus analistas. “Estas medidas suponen un retorno a los niveles de la infame Smooth-Hawley Tariff Act de 1930, que entró en vigor durante la Gran Depresión”.
Si se mira en una perspectiva histórica, la llegada de Donald Trump ha supuesto un antes y un después en la relación entre los dos gigantes económicos. Antes de que el mandatario asumiera el cargo en la Casa Blanca, el tipo medio de los aranceles de Estados Unidos aplicados a China era de tan sólo el 3,1%. Sin embargo, la escalada puesta en marcha a partir del 2018 ha disparado el tipo medio hasta el 27,8%.
El mayor incremento tuvo lugar entre finales del 2017 y el 2018, cuando en pocos meses se pasó del 8% de bienes chinos que estaban cargados con aranceles al llegar a Estados Unidos a más de la mitad del total. Se trata del mayor incremento tarifario de la historia entre los dos países. En concreto, las barreras arancelarias se aplican a todos los juguetes y ropa deportiva procedente de China, el 93% del calzado, y el 90% de los textiles. Apenas se salvan de la quema equipos de transporte y productos químicos.
Los analistas del Peterson Institute destacan los costes para la economía estadounidense
“Estos últimos pasos impondrán unos costes a la economía de Estados Unidos e introducen más incertidumbre. ¿Su objetivo es negociar de verdad un acuerdo comercial o es establecer un nuevo modelo en las relaciones entre los dos países?”, se preguntan los analistas del Peterson Institute.
Miguel Otero, investigador del Real Instituto Elcano, cree que estamos ante “un desafío estructural que no se va a resolver en una reunión”. “Estados Unidos ve a China como una amenaza y quiere que cambie de modelo económico, que deje de sostener a sus empresas, que respete la propiedad intelectual, etcétera. En una palabra, que dejen de ser chinos. Pero Pekín nunca aceptará inspecciones externas. Y así el conflicto se está escalando”. “No creemos que la última amenaza de Trump haga que el Gobierno chino se desvíe, especialmente en un año sensible en el que el Partido Comunista se prepara para celebrar el 70.º aniversario de la fundación de la República Popular de China. Además, los comportamientos erráticos de Trump y el resultado incierto de las próximas elecciones presidenciales en EE.UU. pueden haber dado a los líderes chinos razones para esperar y ver, en lugar de tratar de llegar a un acuerdo rápido con compromisos adicionales”, señalan los analistas de Pictet WM en un informe.
¿Cuál es la lógica entonces? Para Otero, estamos ante “un juego de pérdida relativa. EE.UU. puede salir perdiendo, pero cree que China perderá más. Es una dinámica perversa”. Los actuales aranceles del 25% a exportaciones chinas por valor de 250.000 millones de dólares pueden reducir el crecimiento del PIB chino en aproximadamente un 0,5% anualizado, y el arancel adicional del 10% a productos chinos por valor de 300.000 millones de dólares, otro 0,2%, según los economistas de Pictet WM.
No obstante, la decisión de elevar los impuestos a los productos chinos no hay que examinarla sólo en clave externa, sino que también tiene una clave de lectura interna. Por un lado, Trump mantiene así su base electoral (la industria afectada por la competencia china) y por el otro lanza un mensaje a la Reserva Federal (Fed). Porque la medida fue anunciada el día después de que el banco central recortara un 0,25% los tipos de interés, argumentando la presencia de riesgos en el comercio mundial. Ryan Larson, director de renta variable de RBC Global Asset Management, considera que la elección de los tiempos de Trump es especialmente significativa. “Hay que preguntarse si esta recarga arancelaria habría sido anunciada de la misma manera si la Fed hubiera sido más agresiva”.
No es un misterio que Donald Trump era partidario de aplicar rebajas del precio del dinero superiores para estimular más todavía la economía (cuando se juega la reelección).
De manera que, al apretar todavía más la tuerca comercial, el presidente norteamericano proporciona más argumentos para un futuro recorte por parte de la Fed, que doparía todavía más la economía. Con la vista puesta en los sondeos electorales.
lavanguardia
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