Johnson inicia su mandato con una retórica de campaña al estilo de Trump

  26 Julio 2019    Leído: 848
Johnson inicia su mandato con una retórica de campaña al estilo de Trump

El primer ministro británico reiteró su determinación a abandonar la UE el 31 de octubre.

Boris Johnson presidió este jueves su primer Consejo de Ministros y se estrenó en el Parlamento como jefe del Gobierno británico. En su alocución en Westminster, adoptó un tono electoralista con estilo muy proximo al de Donald Trump: “Nuestra misión es hacer de este país el mejor lugar de la Tierra”, afirmó. Johnson reiteró su determinación a abandonar la UE a cualquier precio el 31 de octubre y ordenó dar un “turboimpulso” a los preparativos de salida.

Boris Johnson afirmó ante los diputados británicos que prefiere una salida pactada de la UE, pero reiteró que la principal misión de su Gobierno es ejecutar el Brexit el 31 de octubre sí o sí. Por ello, no nombrará el comisario que corresponde al Reino Unido para la Comisión Europea que comenzará a operar el 1 de noviembre y ha ordenado que se aceleren los preparativos para un divorcio de la UE a las bravas. Johnson defendió que —para mitigar el impacto de ese caso— el país contaría con los miles de millones que su antecesora, Theresa May, había aceptado desembolsar para ajustar las cuentas con el club comunitario.

El perfil intransigente y derechista de los miembros de su nuevo Gabinete, que solivianta a los conservadores moderados, augura al primer ministro una difícil gestión de su programa en un Parlamento hostil y alimenta las especulaciones sobre un adelanto electoral. El discurso de Johnson ante la Cámara de los Comunes, calcado a su mensaje al país de la víspera, presentó claros tintes electoralistas. Como cuando se dirigió al ciudadano de a pie para prometerle, al más puro estilo de Donald Trump, que hará del Reino Unido "el mejor lugar de la Tierra" o anunció "el inicio de una nueva edad de oro". En esa línea, denunció "la catastrófica pérdida de confianza" en su sistema político, que pretende restablecer cumpliendo el resultado del referéndum de 2016 sobre el Brexit.

Un Johnson que parecía ya metido en campaña apeló a las clases medias más afectadas en su día a día por las políticas de recortes. Anunció una ingente inyección de dinero público para acabar con las listas de espera en la sanidad pública, combatir el crimen con 20.000 nuevos policías, y, en un punto especialmente sensible y electoralista, tomar como prioridad la reforma de la ley de inmigración, inspirándose en el restrictivo sistema de puntos vigente en Australia.

"El entusiasmo no puede sustituir a la política europea", espetó el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, a un Johnson convencido de que el país está "mejor preparado para una salida sin acuerdo de lo que algunos creen". Su propósito, aseguró, es seguir negociando con Bruselas, pero sobre la base de un rechazo tajante a la salvaguarda irlandesa, que evitaría el restablecimiento de una frontera dura en la isla.

El referéndum escocés
Esa posición ya ha propiciado una carta a Johnson de la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, en la que considera "esencial" para Escocia contar con una opción alternativa a un Brexit a las bravas y señala que seguirá presionando para que se celebre un segundo referéndum sobre la independencia de este territorio autonómico, tras el triunfo de la permanencia en 2014.

El primer ministro británico sigue inamovible en sus planes y, tal como informó a los parlamentarios, ha encomendado a Michael Gove supervisar los preparativos para un desengarce sin acuerdo. El flamante ministro del Tesoro, Sajid Javid, será el encargado de poner en marcha un programa económico de bajadas de impuestos y que prime las inversiones estatales en sectores clave.

El desembarco en Downing Street de Dominic Cummings —en su día jefe de la campaña en favor del Brexit— para coordinar a todos los asesores ministeriales ilustra la llegada al poder del equipo que hace tres años hizo posible la victoria del Brexit en el referéndum: Gove, Johnson y, entre bambalinas, Cummings. A la hora de diseñar su Gabinete, el segundo solo ha querido rodearse de políticos eurófobos, de corte derechista y, sobre todo, fieles. Por eso ha prescindido de dos ministros del anterior Gobierno que cumplían los dos primeros requisitos, pero no el tercero: los responsables de Defensa (Penny Mordaunt) y de Comercio Internacional (Liam Fox). Más de la mitad de los integrantes del Ejecutivo de Theresa May han sido despedidos o se fueron antes de que los echaran, en lo que el grueso de la prensa ha coincidido en calificar de purga.

"El partido ha sido tomado de arriba abajo por la derecha dura. Y es el partido del Brexit el que ha ganado la guerra sin tener un solo diputado. Porque Boris no es nuestro primer ministro, lo es Nigel Farage", ha manifestado Nick Boles, partidario del Brexit moderado que hasta ahora ejercía de chief whip, esto es, de encargado de poner orden entre las filas parlamentarias tories. Le sustituirá el también moderado Mark Spencer, un hombre dialogante que sin embargo deberá lidiar también con el nuevo líder conservador en los Comunes, el euroescéptico a ultranza Jacob Rees-Mogg.

Sus solo dos escaños de mayoría parlamentaria (sumando el apoyo de los unionistas norirlandeses del DUP), que podrían quedarse en uno si los conservadores pierden una elección parcial prevista en Gales la próxima semana, no son el mejor pilar para el Gobierno de Johnson. Y la tentación de que se decida a adelantar los comicios generales tras el receso estival gana enteros.

elpais


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