Cuando la monarquía de Qatar compró el Paris Saint-Germain en 2011, el por entonces presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, advirtió a su homólogo en el club parisino, Nasser al-Khelaifi, que la clave de un buen gobierno en la industria del fútbol consistía en rodearse de la mejor red de informadores. Lo agradeció Al-Khelaifi el pasado mayo cuando pidió que investigaran a qué club pretendía ir Kylian Mbappé si dejaba el PSG. Hasta entonces, el mandatario pensó que el futbolista llamado a suceder a Messi se sentía fascinado por el Real Madrid. Sus asesores lo desengañaron. Mbappé, le dijeron, cultivaba una magnífica relación con Pep Guardiola, con quien habla de vez en cuando desde que en 2017 el técnico catalán intentó ficharle del Mónaco.
Fuentes del club parisino indican que en el minucioso plan que trazó la familia del goleador para desarrollar su carrera profesional a largo plazo, ponerse en manos del entrenador del Manchester City es una de sus prioridades. Cuando Mbappé proclamó su ambición en la gala de la Ligue 1, el 20 de mayo, el PSG entró en una convulsión de la que no sale: “Ha llegado el momento de asumir más responsabilidades; espero que sea aquí en el PSG, pero si no, quizás debo iniciar otro proyecto”.
La urgencia sobrevenida de renovar el contrato de Mbappé hasta 2025 —firmó 12 millones netos anuales hasta 2022— para colmar sus exigencias convirtiéndole en la piedra angular del equipo y así evitar su marcha al City el año que viene, es, según fuentes de la administración del PSG, el factor que dispara la necesidad de deshacerse de Neymar este verano. Apurado por sortear una crisis que amenaza con tragarse su gran obra, Al-Khelaifi, primer vicario de los jeques de Qatar en la industria deportiva, se afana en jugar una última carta: convertir a Mbappé, de 20 años, en el futbolista mejor pagado del mundo. Su idea es asegurarle unos ingresos netos de al menos 50 millones de euros por temporada y evitar al mismo tiempo una sanción de la UEFA por incumplir la norma que impide a los clubes cerrar las cuentas con más de 30 millones de desequilibrio presupuestario.
Sumada la renovación de Mbappé a las cantidades que el club destina a pagarle a Neymar, cercanas a los 40 millones netos, las cifras correspondientes al gasto de dos contratos ascenderían a más de 300 millones de euros brutos anuales en emolumentos y amortizaciones de traspasos entre los dos futbolistas, para un presupuesto total que en 2018 alcanzó los 540 millones de euros, según Deloitte. El consecuente desequilibrio en el balance de ingresos y gastos, indican los expertos del club, colocaría al PSG en una posición de extrema vulnerabilidad ante los organismos de la UEFA que fiscalizan el fair play financiero y que ya abrieron dos expedientes a la administración catarí por indicios de competencia desleal.
Convocados a principios de junio para buscar compradores a Neymar en instituciones de España, Italia e Inglaterra, los agentes más próximos a la gestión del PSG señalan que la urgencia del club se puso de manifiesto en las minutas: triplicaban la tarifa jabitual del servicio. Una de las personas que acudió a esta llamada asegura que a la directiva del PSG le constan dos circunstancias: primero, que el City ha replicado a sondeos indirectos confirmando su interés por Mbappé "siempre que esté en el mercado"; segundo, que Mbappé solo forzará su salida del PSG a partir de 2020 si no le facilitan su primera elección, que es permanecer en París unos años más en calidad de referencia indiscutible del equipo de su ciudad.
Hasta que la situación de Neymar y Mbappé no se despeje, reina la incertidumbre. Los empleados del PSG se muestran preocupados ante el cambio que observan en la política deportiva. Señalan que los propietarios han pasado de invertir en armar una plantilla que, puesto por puesto, reunía a los mejores especialistas mundiales, a surtirse de jugadores que muchos juzgan en un segundo escalón, como Diallo, Sarabia, Ander Herrera o Bakker, lateral del Ajax B, aparte de seguir sin contratar un portero de garantías.
Hasta este jueves las inmediaciones de la sede del PSG estaban impregnadas de intermediarios con mensajes de toda Europa pero nadie había recibido una oferta formal por Neymar. El escenario multiplica la presión sobre Leonardo de Araújo. El director deportivo asegura a sus jefes cataríes que el Barcelona es el único club que parece dispuesto a asumir el riesgo de fichar a un futbolista que lleva dos años entre lesionado y desconectado de la disciplina profesional, porque además es el único destino al que Neymar quiere ir bajándose el sueldo. Seguro de que el Barça no tiene liquidez, Leonardo es partidario de cambiarlo lo antes posible por Coutinho, Rakitic o Dembelé, y advierte de que la operación no se puede dilatar a riesgo de agotar a los jugadores con mensajes contradictorios.
Leonardo en aprietos
Leonardo vislumbra una salida pero su plan ha encontrado la oposición de una parte de la familia real catarí, que desde Doha exige el pago de al menos 180 millones de euros, principalmente en efectivo. Molestos ante la humillante posibilidad de ceder a cambio de futbolistas no deseados por el Barça a la estrella por la que pagaron 222 millones de euros —el traspaso más elevado de la historia, insólito porque resultó un 100% superior al traspaso récord inmediatamente anterior—, los jeques han condicionado la negociación. Contra su voluntad, Leonardo se ha visto obligado a desestimar las ofertas que ha recibido del Barça por mediación de un agente doble. La frustración del responsable deportivo le ha llevado a plantear su desvinculación de la operación.
Dicen en la secretaría técnica del PSG que fue Thiago Motta, durante años capitán del equipo, quien advirtió por primera vez que Mbappé barajaba la idea de marcharse al City. El club no tardó en comprobar que Mbappé, además, mantenía una estrecha amistad con Silva y Mendy, excompañeros del Mónaco emigrados al City que no dejan de invitarle a unírseles. Cuando un abogado del futbolista alertó al PSG de que, o le renovaban el contrato en los próximos meses o en 2020 deberían negociar su venta, el puzle se cerró. En el laberinto de París sobra Neymar.
Elpais