Las impresoras 3D ya se usan en los campos de la medicina, la automoción e incluso la alimentación. Por ejemplo, se utilizan en el diseño de prototipos en fábricas de vehículos, para crear prótesis, imprimir tumores en 3D de cara a ensayar las operaciones con más riesgo para los niños o personalizar platos en restaurantes. Pero más allá de los usos más populares, existen múltiples aplicaciones curiosas de esta tecnología.
Maquillaje y mascarillas de belleza personalizadas
En ocasiones puede resultar complicado hacerse con un tono de maquillaje determinado. Grace Choi quiere resolver este problema con Mink, una impresora 3D que permite a los usuarios fabricar su propio maquillaje de forma instantánea. Solo es necesario abrir la app, importar una imagen que tenga la tonalidad deseada e introducir una hoja de maquillaje en la bandeja de la impresora. Tan solo unos segundos después, la fotografía se convertirá en un producto cosmético real que el usuario puede darse en la cara con el dedo o una brocha.
Es decir, basta con una imagen de Instagram para poder escoger el tono deseado. La impresora tiene capacidad para imprimir más de 16 millones de colores, según los creadores, y utiliza cosméticos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) en hojas de maquillaje especiales. Ya es posible reservar esta impresora por aproximadamente 260 euros, pero se prevé que los envíos no comiencen hasta 2020.
Hay compañías que también han apostado por la impresión 3D para conseguir un mejor cuidado de la piel. Neutrogena presentó el pasado enero en el CES de Las Vegas las mascarillas de belleza personalizadas. La aplicación Neutrogena MaskiD permite a los usuarios comunicar a la compañía información sobre el cuidado requerido y mediciones precisas de su rostro a través de la cámara TrueDepth de diferentes modelos de iPhone. De esta forma, pretende acabar con las mascarillas de belleza mal adaptadas a la forma de la cara.
Golosinas personalizadas
Imagine poder escoger la forma y el color de las golosinas de un quiosco. Tener la opción de decidir si quiere comerse una chuchería con la forma de su rostro, de un dinosaurio o de cualquier monumento. Esto es posible con las impresoras 3D de golosinas personalizadas. Quioscos de diferentes países del mundo ya permiten a sus clientes hacerlo.
Magic Candy Factory es un ejemplo de este tipo de impresoras. “Nuestra aplicación de diseño mágico le permite a cualquiera crear formas, escribir mensajes e incluso dibujar sus propios dulces personalizados y verlos cobrar vida ante sus ojos en menos de 5 minutos”, explican sus creadores. De la misma forma, existen impresoras 3D de chocolate como CocoJet de 3D Systems y Hershey’s o la Choc Creator desarrollada por ChocEdge.
Casas que se imprimen
El futuro está en manos de las impresoras 3D. Ya hay proyectos para construir viviendas con esta tecnología. La empresa china Winsu ha construido un bloque de cinco alturas y 1.100 metros cuadrados en el país asiático. Diferentes compañías en Singapur han hecho público su interés en comenzar a imprimir rascacielos con esta tecnología. La empresa Apis Cor ha construido su primera vivienda impresa de bajo coste en la ciudad de Stupino, cerca de Moscú. Es una casa de 38 metros cuadrados por 10.000 dólares en menos de 24 horas.
Pero no hace falta irse tan lejos para encontrar este tipo de iniciativas. La startup valenciana Be More 3D ha puesto en marcha un proyecto piloto de vivienda utilizando esta tecnología. Además de viviendas, también se han comenzado a usar estas máquinas para construir todo tipo de infraestructuras. Por ejemplo, Ámsterdam ya tiene un puente fabricado con impresoras 3D que cruza un canal.
Los adornos de una boda
El potencial de estas máquinas no tiene límites y hay particulares que invierten en ellas para hacer sus propias creaciones.Es el caso de Erin Winick,una mujer editora de MIT Technology Review, que utilizó sus dos impresoras 3D para fabricar todos los detalles posibles en su boda y ahorrar costes. Diseñó su diadema y los ramos de tulipanes tanto para ella como para sus damas de honor. También utilizó las máquinas para imprimir los números de las mesas, el adorno para la tarta, las decoraciones florales y el collar de la niña que llevaba las flores. “Los artículos impresos en 3D tienen un toque personal que no se obtiene al comprar algo en la tienda”, explica.
Winick imprimió una a una las aproximadamente 200 flores de los ramos. Calcula que dedicó unas 100 horas de su tiempo libre después del trabajo y los fines de semana. Pero subraya que el ahorro mereció la pena: “En total gasté alrededor de 75 dólares en todos los ramos. Cuando consideras que el coste promedio de solo el ramo de una novia es de alrededor de 150 dólares y cada arreglo adicional para cada dama de honor es de alrededor de 75 dólares más, eso [el coste de la impresión 3D] es una ganga”. La editora anima a quien quiera seguir sus pasos a descargarse su diseño de los números de las mesas del banquete.
La escultura más pequeña del mundo
El artista e ingeniero Jonty Hurwitz figura en el libro Guinness de los Récordscomo el creador de la escultura humana más pequeña del mundo. La figura se llama Trust (confianza, en español) y es una una mujer desnuda. Para su creación, Hurwitz se inspiró en su primer amor y utilizó varias técnicas punteras de fotografía e impresión 3D.
El resto de sus esculturas también son diminutas. La nanoimpresión 3D le permite realizar figuras que en múltiples ocasiones son más finas que un cabello humano, caben en la cabeza de un insecto y encajan dentro del ojo de una aguja. Desde 2009, cuando empezó a hacer sus esculturas, ha recibido diversos galardones y reconocimientos. Por ejemplo, también batió un récord Guiness por realizar la escultura animal más pequeña del mundo.
Elpais