Las contundentes declaraciones de Nasser Al-Khelaifi abriéndole las puertas a Neymar han provocado un resquicio por las prietas aristas del futuro del brasileño y su intención de regresar al Barcelona, de donde se fugó tras pagar una cláusula de rescisión que dinamitó el mercado. Junto a Messi y Luis Suárez fue feliz y la jaula de oro que le diseñó el PSG le ha acabado asfixiando. La Ciudad Condal lleva varios días de campaña, analizando las claves de una faraónica operación que pueda permitir una segunda etapa del mohicano en el Camp Nou. Factores económicos, deportivos y de imagen se entremezclan en un batiburrillo que genera debate y posiciones antagónicas entre defensores del juego del paulista y detractores sobre su polémica vida personal.
Mucho se especuló sobre el presunto ofrecimiento del propio Neymar para regresar a mediados de esta pasada temporada pero hasta que Al-Khelaifi no ha consumado su hartazgo no se han visto posibilidades reales. Incluso con el jeque abierto a negociar se mantiene la incógnita de si el Barça sería uno de los clubes vetados por el qatarí por las numerosas pugnas que han mantenido en los últimos tiempos, algunas de ellas y más recientes, el fichaje de Frenkie de Jong y el interés por Matthijs de Ligt, ambos del Ajax.
El ecosistema que se pretende crear alrededor de Messi también sería un elemento a tener en cuenta para apostar por el brasileño. Su relación es más que buena y junto con Luis Suárez mantienen un grupo de watsap. «Fui un privilegiado de cumplir uno de los mejores años de mi vida en el Barcelona teniendo a un lado al mejor jugador del mundo, Messi, y en el otro al que era el segundo mejor en ese momento, Neymar. Quién no querría disfrutar de jugadores como Ney», apuntó recientemente el uruguayo. «Sería muy lindo que volviera», añade Arturo Vidal, poniéndole voz al sentir del vestuario.
Aval de la secretaría técnica
La secretaría técnica y Valverde defienden su calidad, demostrada en el tiempo que vistió la camiseta azulgrana y que redondeó con un triplete, al margen de formar una delantera temible junto a la llegada también de Griezmann. El fichaje de Neymar no descartaría la contratación del francés y supondría una inyección de ánimo y esperanza para una afición desilusionada tras los últimos tropiezos ante la Roma y el Liverpool.
Pero en estos momentos pesa mucho más la cruz de la moneda y la magnitud de la operación que debería afrontar un Barcelona que sobrepasa el límite de su masa salarial y que necesitaría ingresar una ingente cantidad de dinero. Aunque los dos últimos años en París han devaluado el valor del paulista, que ahora está lejos de los 222 millones que el PSG pagó por él, Al-Khelaifi solo permitiría su marcha «si llegara una oferta XXL». Vender cracks como Coutinho o Dembélé, o incluirlos en la operación, se hace indispensable. No hay que olvidar que al jeque siempre le ha gustado el brasileño y el francés, además de Rakitic.
La ficha de Neymar, en torno a los 35 millones de euros también es una gran traba. No solo desajustaría el equilibrio del vestuario culé sino que, además, es inasumible por el Barcelona.
Lavado de imagen
Su llegada implicaría la necesidad de lavar su imagen, dañada por el malestar en la directiva y en la masa social por su marcha al PSG, además de varios capítulos extradeportivos que hacen dudar de la conveniencia de su fichaje. Su desenfrenada vida junto a los Toiss no se ha olvidado y le pasa factura, al igual que los frentes judiciales que tiene abiertos con el club (incumplimiento de contrato por el que el Barça le pide 8,5 millones de euros) y con la justicia en general (está acusado de violación, de fraude fiscal en Brasil y de corrupción y estafa al grupo DIS , que tenía sus derechos cuando estaba en el Santos).
Abc