Primera boda civil en Líbano

  13 Mayo 2019    Leído: 600
Primera boda civil en Líbano

El país del cedro ha quebrado por primera vez su atípico Estado confesional y ha reconocido un matrimonio civil.

No ha sido fácil que el ministro de Interior aceptase el matrimonio civil en Líbano. Después de muchos obstáculos Nidal Darwich y Julud Sukarie, oriundos de una zona rural de Balbeck, que ya se habían casado por este procedimiento hacía tiempo, consiguieron el reconocimiento legal de su enlace. Por primera vez se ha quebrado el sistema confesional establecido en este Estado, único en el mundo, porque se rige por criterios de naturaleza religiosa, tanto en la distribución del poder político como en la composición de su administración pública y en la aplicación del estatuto personal –asuntos matrimoniales y de sucesiones– según la pertenencia a sus diversas comunidades musulmanas y cristianas.

Los dignatarios religiosos –el muftí de la república, los jefes chiítas y drusos, y los patriarcas cristianos– se opusieron a su voluntad. Hasta ahora, los libaneses tan sólo podían contraer matrimonio de acuerdo con sus rígidos ritos religiosos. Durante años tenían que viajar a la vecina isla de Chipre para poder casarse civilmente. En calles de Beirut colgaban pancartas con anuncios de empresas turísticas chipriotas que se encargaban de organizar el viaje, de la obtención de visados y formalidades legales, de la ceremonia y del banquete. Ha sido un negocio floreciente. “Simplemente diga sí y nosotros nos ocuparemos de todo lo demás”, pregonaban los carteles.


Chipre, entre Europa y Oriente Medio, tiene incluso un partido laico, progresista. Ha sido y es base militar, además de privilegiado nido de espionaje, sobre todo en los años de la guerra fría. Y a veces palestra de la lucha entre árabes e israelíes... También es Las Vegas de Oriente Medio.

Es frecuente el recurso al matrimonio civil para evitar las coacciones legales y sociales. Parejas mixtas de musulmanes y cristianos, de libaneses y extranjeros prefieren este camino. Una diputada de la comunidad grecoortodoxa de una poderosa familia beirutí contrajo matrimonio en Nicosia con un popular presentador chií de televisión. Y hasta el cónsul español acreditado hace poco tiempo en Beirut prefirió casarse en la isla con su novia libanesa.

¿Cundirá el ejemplo de Nidal y Julhud? Poco después de la aceptación de su matrimonio, la jerarquía religiosa musulmana, insistiendo en que esta forma de enlace no protegía los derechos de la mujer, se levantó contra la decisión ministerial, exigiendo su revocación. En cambio, el presidente de la república, el general Michel Sleimman, como antes uno de sus predecesores, Elias Haraui, fue uno de los que antes alentaron su corajuda iniciativa.

La Constitución permite celebrar este matrimonio, aunque el pacto no escriturado que rige Líbano desde su independencia establece de hecho el sistema confesional. Uno de los primeros pasos que dio esta pareja fue borrar de su documento de identidad su pertenencia a este u otro grupo religioso. En los impresos que hay que rellenar para entrar en Líbano había hasta hace poco tiempo una casilla que se refería a qué religión profesaba el viajero.

Nidal y Julud pertenecen a un sector juvenil, a una generación dispuesta a acabar con el confesionalismo que atenaza a la sociedad libanesa, fragmentándola hasta la exacerbación. Cuando acabó la guerra civil en 1990, una de cuyas causas fue el Estado confesional, se estableció una comisión que debía gradualmente obrar para desconfesionalizar el país, pero nunca se ha reunido ni ha adoptado ninguna decisión en este sentido.

“Estamos rebosantes de ideas que tienden a instaurar un Estado civil”, dicen los confirmados esposos. Cuentan que reciben muchas comunicaciones recabando consejos y recomendaciones. Estos casamientos tratan de conquistar un espacio de libertad en un país donde todo está sometido a la confesionalización de la vida colectiva y personal, exacerbada con las revueltas árabes. En esta primavera, en Beirut, se ha dado un tímido paso hacia la difícil libertad. Ha sido una excepción en este tiempo de oscurantismos agresores.

lavanguardia


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