Para la campaña internacional, cuyas siglas responden a la palabras "Boicot, Desinversiones y Sanciones", el evento no es otra cosa que un intento de "blanquear" tanto los crímenes contra el pueblo palestino como el incumplimiento de la resolución 242 de Naciones Unidas, la cual exige la retirada israelí de los territorios ocupados.
Mientras, luchando por ser ajena a estas protestas, la organización continúa con la preparación del que está llamado a ser el festival más político de la historia de Eurovisión. El temor a posibles boicots durante las retransmisiones en directo flota en el ambiente y no se descarta incluso que algún artista pueda lanzar mensajes políticos una vez en el escenario.
Está previsto que la seguridad suponga el 10 por ciento de los gastos totales de un evento que este año más que nunca se está haciendo oír.
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