Desde que el 45.º y actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tomara posesión de su cargo en enero de 2017, la noción de 'locura en el ámbito de la política' se ha puesto muy de moda. Casi todos los principales noticieros del país norteamericano discuten abiertamente acerca de si la salud mental del presiden lo capacita para ejercer la presidencia, según lo establece la vigesimoquinta enmienda a la Constitución de EE.UU.
"¿Qué diríamos si un líder de Alemania, China o Brasil hubiera publicado unos tuits como los de Trump? ¿Cómo los cubriríamos? Diríamos: 'Esta persona no está sana', y nos preguntaríamos si es apta para ocupar su cargo", comenta Brian Stelter, presentador y corresponsal de CNN.
"Para los republicanos que se han inclinado a aceptar la reelección de Trump en 2020: lea sus tuits [...], piense seriamente sobre su estado mental y psicológico y luego dígame que le parece bien que sea el presidente de Estados Unidos otros cuatro años adicionales", tuiteó, por su parte, el fundador de la revista política estadounidense The Weekly Standard, Bill Kristol.
Las especulaciones sobre la flexibilidad cognitiva de Trump se han multiplicado en EE.UU. El número de publicaciones dedicadas a este tema habla por sí solo. 'El peligroso caso de Donald Trump: 27 psiquiatras y expertos en salud mental evalúan a un presidente', de la doctora Bandy X. Lee, psiquiatra forense de la Escuela de Medicina de Yale (Connecticut, EE.UU.) es uno de los libros más exitosos sobre este tema. Según advierte la autora, el mandatario tiene "severos impedimentos emocionales" que plantean "una grave amenaza para la seguridad nacional".
Aunque Donald Trump es el único presidente estadounidense cuyas competencias mentales y aptitud para el cargo han sido objeto de una de discusión pública tan activa, ciertos datos históricos evidencian que sus predecesores también padecieron una amplia gama de trastornos psíquicos, desde fobias y alcoholismo hasta psicopatía.
Depresión y trastorno bipolar
Según reflejan los datos del estudio 'Enfermedades mentales de los presidentes de EE.UU. (1776–1974)' del profesor de psiquiatría de la Universidad de Duke de Carolina del Norte, Jonathan Davidson, 18 de los presidentes que estaban en cargo durante ese periodo (el 49 %) sufrían de alguna anomalía. Curiosamente, un 27 % de ellos enfermaron mientras estaban en el poder.
El diagnóstico más común entre los mandatarios examinados es el de 'trastorno depresivo mayor', atribuido a 9 de ellos, incluidos a Abraham Lincoln (1861–1865), Woodrow Wilson (1913–1921) y Dwight Eisenhower (1953–1961). No obstante, en varios casos las enfermedades ponen en duda la aptitud de esos presidentes para liderar un país.
Así, los individuos que padecen trastorno bipolar, también conocido como psicosis maníaco-depresiva, atraviesan los así llamados 'episodios' o 'fases' de estado de ánimo maníaco o depresivo, que se alternan periódicamente, independientemente de las circunstancias externas. Theodore Roosevelt y Lyndon Johnson sufría un trastorno bipolar de etapa I, mientras que John Adams, de etapa II.
Los 'psicópatas' más prominentes
Otro estudio titulado 'Dominio audaz y la presidencia de Estados Unidos', encabezado por un grupo de especialistas de la Universidad Emory en Georgia (Atlanta), analiza a todos los mandatarios americanos, menos Barack Obama y Donald Trump, para evaluar "las implicaciones de los rasgos de una personalidad psicopática de cara a un liderazgo político exitoso y no exitoso".
Curiosamente, entre los presidentes considerados como los más 'inadecuados' figura Andrew Jackson, que a menudo comparan con Donald Trump. Tanto es así, que algunos califican al actual inquilino de la Casa Blanca como "la encarnación moderna del 17.° presidente (1865-1849) que, por cierto, también fue uno de los jamás sometidos a 'impeachment'. El entonces líder norteamericano se libró de la destitución por un solo voto en el Senado.
En el libro 'La arrogancia del poder: el mundo secreto de Richard Nixon', de Anthony Summers y Robbyn Swan, se afirma que Richard Nixon era un neurótico con problemas de alcoholismo y adicción a medicamentos antidepresivos y de insomnio. Asimismo, Lyndon Johnson era famoso por su egocentrismo y hábito de humillar en público a sus subalternos, incluso a su esposa (hasta el punto de coquetear con otras mujeres de modo que ella lo viera), y Bill Clinton contaba con comportamiento sexual compulsivo y provocó varios escándalos de abuso sexual.
El último y el más popular
Como es sabido, a Donald Trump le gusta expresar sus emociones y pensamientos en declaraciones públicas ante la prensa, no obstante, aún más frecuentemente recurre a las redes sociales, y en particular, a Twitter.
Los tuits del líder norteamericano —que a veces pueden ser ambiguos e incluso excesivamente atrevidos— muchas veces acapararon los titulares de las noticias, por lo que la pregunta de si merece Trump sumarse las filas de los inquilinos de la Casa Blanca 'enfermos' resulta lógica. Los puntos de vista de los especialistas difieren. Si bien el profesor Davidson estima que el narcisismo de Trump no está vinculado con problemas mentales, existen opiniones de que eso podría ser un síntoma de trastorno obsesivo compulsivo.
Nassir Ghaemi, profesor de psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad Tufts (Massachusetts) y autor de un libro en el que estudia los vínculos entre el liderazgo y enfermedades psíquicas sobre los ejemplos de Napoleón, Lincoln, Churchill y Hitler, entre otros, describe a Trump como un individuo con falta de sueño y concentración, pero a la vez muy impulsivo (incluido sexualmente) y energético, que son "síntomas obsesivos clásicos". Pero si no se considera apropiado, entonces, ¿quién establece la norma? RT
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