“Lamentamos cualquier inconveniente”, con esta sencilla frase, acompañada del reconocimiento de una nueva caída masiva en los servicios de Facebook, WhatsApp e Instagram (“Algunas personas ha tenido problemas al conectarse a la familia de aplicaciones”), la compañía de Mark Zuckerberg ha reaccionado al nuevo incidente en sus redes sociales, el segundo en un mes y el cuarto en menos de un año. El fallo generalizado se produjo este domingo durante dos horas (entre la una y las tres de la tarde hora española). La nueva interrupción del servicio coincide con los cambios previstos en la empresa para la interacción de todas sus plataformas y un movimiento entre sus accionistas minoritarios contra el poder de Zuckerberg en la sociedad.
“La explicación en los cambios de servidores, que dio Facebook durante la caída de marzo, no parece suficiente. Y ahora no se han dado explicaciones", comenta Manuel Santaella, informático independiente especialista en redes quien señala que, sea cual sea la justificación técnica esta vez, los fallos reiterados demuestran que “la macrorred es vulnerable a fallos y no se están atajando”.
Los fallos se han sucedido en diciembre, noviembre (40 minutos de caída por la realización de pruebas), marzo (24 horas por cambios en los servidores) y abril (dos horas aún sin explicación). Los últimos y más significativos coinciden con un cambio en la política de la compañía hacia la interacción de sus tres redes sociales a través de un único protocolo, lo que permitiría aprovechar las cualidades de seguridad en los mensajes encriptados o cifrados de WhatsApp (adquirida por 1.900 millones de dolares en 2014) con la capacidad social de las otras dos redes: la mayor del mundo (Facebook, 2.000 millones de usuarios) y la de mayor crecimiento (Instagram). El objetivo es que los usuarios se comuniquen entre sí de forma segura sin cambiar de aplicación y aunque no tengan cuenta en todas las plataformas.
“Queremos construir la mejor experiencia de mensajería que podamos y la gente quiere que sea rápida, simple, fiable y privada”, asegura la compañía que agrupa a las tres aplicaciones.
Sin embargo, la misión no ha satisfecho a todos. Los empleados de WhatsApp temen perder la privacidad en sus comunicaciones, que era su principal bandera, ante la voracidad comercial de las otras dos plataformas, principal línea de negocio de Facebook e incipiente objetivo de Instagram.
Renuncia de fundadores
Esta última plataforma ha incluido en marzo una nueva facilidad de compraque permite pinchar sobre un producto, seleccionar las opciones de talla o color, por ejemplo, y pagar sin abandonar la aplicación. Los fundadores de Instagram Kevin Systrom y Mike Krieger abandonaron la compañía el pasado otoño.
No han sido las únicas bajas. Después de la mayor caída de los servicios de Facebook, Instagram y WhatsApp en marzo, la investigación penal abierta en Estados Unidos por la gestión de datos y los cambios en la política de la compañía de Mark Zuckerberg, dos de sus principales e históricos directivos fueron relevados: Chris Cox, jefe de productos de Facebook, y Chris Daniels, responsable de negocios de WhatsApp
Los planes de integración, que se prevén que estarán operativos el próximo año, así como la gestión de la privacidad han despertado también el recelo en algunos accionistas minoritarios de Facebook. Aunque su fuerza es insignificante en una sociedad donde Zuckerberg dispone del 75% de las acciones de clase B (cada una vale por 10 votos de la clase A), sí es el reflejo del malestar de algunos socios de la red social con la política de su máximo dirigente.
Trillium Asset Management ha pedido la movilización de los accionistas contra la acumulación de poder de Zuckerberg, director general y presidente del consejo de administración. El grupo inversor propone en una comunicación oficial la designación de un consejero independiente, siguiendo los modelos de Google, Microsoft, Apple, Oracle o Twitter, que se concentre en “la letanía de controversias e impactos negativos que afronta la compañía. “Beneficiaría a la compañía, sus accionistas, su comunidad global y a la democracia”, concluye la sociedad.
Elpais