"Ha dejado de ser un secreto que más de un millón de turcos uigures, detenidos de forma arbitraria, se someten a torturas y lavado de cerebro en campos de internamiento y prisiones. Los uigures que no están recluidos en estos campos se encuentran bajo fuerte presión", denunció el sábado el portavoz de la Cancillería turca, Hami Aksoy.
El diplomático calificó de "gran vergüenza para la humanidad" la reintroducción de los campos de internamiento en el siglo XXI.
"Llamamos a las autoridades chinas respetar los derechos humanos fundamentales de los uigures turcos y cerrar los campos de internamiento", declaró.
El Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD), en un informe publicado a finales de agosto pasado, denunció que hasta un millón de uigures y otros musulmanes podrían estar en los llamados campos de reeducación a lo largo de la región de Xinjiang.
La Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, calificó de "profundamente preocupante" esa información.
Por su parte, la portavoz de la Cancillería china, Hua Chunying, afirmó que las conclusiones del CERD carecen de pruebas y no corresponden a la realidad.
El presidente del gobierno de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, Shohrat Zakir, defendió en una entrevista, publicada en octubre pasado, lo que calificó de "programa de educación y capacitación vocacional" que busca erradicar el extremismo religioso y la infiltración de terroristas en la zona.
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