Tras el incidente de Kerch, el presidente de Ucrania, Piotr Poroshenko, se quejó de no haber logrado contactar por teléfono con su homólogo ruso Vladímir Putin. En Moscú confirmaron que no tuvo lugar ninguna conversación telefónica entre ambos líderes y afirmaron incluso que en el Kremlin no tenían planeado llevarla a cabo en un futuro cercano.
Este episodio plantea una vez más preguntas sobre cómo funcionan exactamente las comunicaciones telefónicas entre jefes de Estado o de gobierno y qué nivel de protección tienen.
'Mañana te llamo'
El hecho de que Poroshenko "no haya contactado" a Putin es poco común en la práctica de las relaciones interestatales, pero a veces sucede. En este caso, no se trata de que el presidente ucraniano marcara repetidamente el número y el ruso no contestara.
Por lo general, las conversaciones telefónicas entre altos funcionarios de gobiernos son precedidas por una serie de trámites indispensables y se preparan tan cuidadosamente como una reunión cara a cara.
"Normalmente, la propuesta de' hablar por teléfono' es transmitida por la parte interesada a través de canales diplomáticos, el Ministerio de Exteriores o sus servicios extranjeros, es decir, las embajadas", relató a Ria Novosti Vladímir Shevchenko, que durante diez años dirigió el Servicio de Protocolo del Kremlin durante la Presidencia de Mijaíl Gorbachov y Borís Yeltsin.
Al anunciar la propuesta, se indica el tiempo y los temas de la conversación. Asimismo, es posible presentar una lista aproximada de asuntos que se propone discutir, aunque la ética diplomática no lo requiere obligatoriamente. Sin embargo, según Shevchenko, las ideas sobre ética diplomática en lo que se refiere a conversaciones telefónicas han cambiado bastante últimamente.
'Cliente no disponible'
Se acuerda no solo el tiempo de la conversación, sino también el tema. Si el tiempo propuesto no es conveniente para la parte invitada, sugiere su propia opción. Las explicaciones que se dan pueden ser muy diversas, comenzando con la agenda apretada de un líder hasta su estado de salud. Pero todo esto en realidad puede servir como un motivo para aplazar una llamada o incluso evitar que tenga lugar.
Aunque a veces la propuesta de conversar es rechazada sin explicar los motivos, por ejemplo, con ayuda de la frase "desgraciadamente, resulta imposible llevar a cabo la conversación" o una parecida. Según Shevchenko, esto ocurre cuando el "cliente no disponible" simplemente cree que la conversación no tiene sentido o la considera inútil o incluso perjudicial. Así, Putin explicó su negativa a comunicarse con Poroshenko por su falta de disposición a participar en "una provocación" organizada previo a las elecciones presidenciales en Ucrania, según calificó el mandatario el incidente de Kerch.
"La coordinación de una conversación puede durar no solo varias horas, sino también días, todo depende de la situación concreta", afirma Alexánder Panov, jefe del departamento de diplomacia del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú (MGIMO, por sus siglas en ruso).
La "situación concreta" depende de la intensidad del horario laboral de los jefes de Estado o de posibles desacuerdos sobre la agenda de la conversación, así como de la relación personal entre los líderes, que pueden ser amigables, confiables, neutrales, tensas o incluso hostiles. No obstante, conversaciones con líderes de países con los que Rusia tiene muchos desacuerdos se producen y se han producido sistemáticamente.
Tanto Vladímir Shevchenko como Alexánder Panov enfatizan que las normas descritas no tienen que ver con los casos especiales de emergencia, cuando los mandatarios necesitan una comunicación urgente en modo línea directa. En este caso, las negociaciones telefónicas se inician rápidamente y sin trámites preliminares por un canal especial.
Anteriormente, un canal conectaba a todos los países del G7, y ahora existe uno que conecta al Kremlin y la Casa Blanca. Asimismo, entre Moscú y Washington está constantemente abierta una línea directa en el marco de la cual se realiza el intercambio de mensajes de texto.
Otras personas en línea
Los jefes de Estado nunca hablan por teléfono a solas, porque el protocolo requiere la presencia de traductores de ambas partes, incluso si ambos líderes pueden comunicarse con fluidez en el mismo idioma.
"Hoy en día, casi todos hablan idiomas extranjeros. Angela Merkel habla y entiende el ruso, Vladímir Putin habla alemán con fluidez y habla bien inglés. Sin embargo, una cosa es hablar cara a cara paseando por un césped, y otra es mantener una conversación importante por teléfono. Mucho depende de la precisión de las expresiones; una frase desafortunada, la ambigüedad que puede surgir son capaces de llevar a unas consecuencias muy desagradables", explica Shevchenko.
Asimismo, en la línea puede también haber otras personas, como especialistas técnicos que supervisan la calidad y continuidad de la comunicación u oficiales de seguridad.
Nivel de protección
Las líneas de comunicación modernas utilizadas por jefes de Estado y de gobierno están equipadas con un sistema de protección multinivel que no permite a terceros no autorizados escuchar la conversación ni interferir en ella.
"La señal analógica que transporta la voz se transforma en una digital y se codifica con una clave criptográfica compleja. Durante la conversación, esta clave se sustituye por otra varias veces a intervalos irregulares. Todas las claves se generan por ordenadores con un método de números aleatorios, y el algoritmo de selección también cambia al paso de la conversación", detalla Panov.
El cifrado de la señal se produce a la salida de un centro de comunicación estrictamente protegido, mientras que la decodificación se realiza en el otro extremo. La sesión termina automáticamente si se produce una conexión no autorizada en la línea. RT
"En estas condiciones, no es necesario verificar quién realmente está al aparato al otro extremo del cable, porque solo un círculo estrictamente limitado de personas tiene acceso a la conexión especial", afirma Panov.
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