Los ambientalistas llevan años alertando de las nefastas consecuencias de las actividades humanas sobre la Amazonia. La victoria del ultraderechista Jair Bolsonaro como presidente de Brasil enciende todavía más las alarmas sobre el futuro de este ecosistema. Con unas selvas tropicales que se extienden sobre 6,7 millones de kilómetros cuadrados, el gigante latinoamericano alberga la mayor parte, con más de un 60 % dentro de sus fronteras.
Fin del "activismo medioambiental"
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) advierte de que en solo 50 años desapareció el 20% de la Amazonia. Pero mientras los activistas piden auxilio, el próximo presidente de Brasil no considera el medio ambiente una prioridad. Así lo demuestra su proyecto de gobierno donde no dedica ni una sola línea a este asunto. Es más, Bolsonaro ha asegurado que quiere poner fin al "activismo medioambiental" del Instituto brasileño de Medio Ambiente y de los Recursos Naturales (IBAMA) y el Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio).
A pesar de sus idas y venidas, parece que el exmilitar también desea fusionar el Ministerio de Agricultura con el de Medio Ambiente, encargado de la protección de la Amazonia. Esta fusión favorecería los intereses del poderoso lobby económico de la agroindustria, cuyas plantaciones de soja y la creación de pastos para la ganadería son las principales causas de deforestación del ecosistema.
"Brasil tiene el potencial de ser un líder en la reducción del cambio climático, pero Jair Bolsonaro debe comprometerse con una política de deforestación cero en lugar de debilitar las protecciones ambientales para dar paso a más agricultura y ganadería industrial", declaró Asensio Rodríguez, director de Greenpeace Brasil.
Los indígenas
Con el río más grande del mundo y una fuente de riqueza natural donde conviven innumerables especies de animales y plantas, la Amazonia es hogar de 34 millones de personas, con más de 350 grupos indígenas. Un 13% del territorio brasileño está constituido por tierras indígenas reconocidas por el Gobierno y prácticamente el 98,5% se ubica en la selva.
Pero Bolsonaro, un exmilitar que durante la campaña se mostró a favor de la apertura de tierras ya demarcadas a proyectos de infraestructura, como carreteras o centrales hidroeléctricas, se muestra decidido a no dar "ni un centímetro de tierra más a los indígenas".
En una entrevista el lunes a la cadena Bandeirantes calificó de "sobredimensionadas" las reservas indígenas existentes. "El indígena no puede seguir recluido en un área demarcada, como si fuera un animal dentro de un zoológico", señaló.
Fiona Watson, directora de la ONG Survival, ha detallado a través de una carta la tragedia que la victoria de Bolsonaro supone para los indígenas. Watson menciona, por ejemplo, los ataques violentos a la tribu de los guajajaras en el estado de Maranhão por parte de "poderosas mafias de maderas que operan ilegalmente" o el asedio a los yanomamis, uno de los pueblos más aislados, por buscadores de oro ilegales.
La investigadora alerta de que estas "incursiones violentas seguramente aumentarán cuando los leñadores, acaparadores de tierras y mineros se sientan envalentonados por Bolsonaro y lleven a cabo avances más profundos y brutales en territorios indígenas a lo largo y ancho de Brasil".
Watson recuerda que los pueblos indígenas son "el medio de conservación más eficaz y barato", pues cuidan de sus entornos naturales mejor que nadie.
Según Global Witness, en 2017, Brasil registró el mayor número de asesinatos de defensores del medio ambiente que cualquier otro país, con 57, el 80% de las cuales murieron mientras protegían las riquezas naturales de la Amazonia.
Por primera vez, la agroindustria superó a la minería como el sector más peligroso al cual oponerse.
Acuerdo de París
Bolsonaro, un nostálgico de la dictadura militar, también indicó su deseo de abandonar el Acuerdo de París contra el cambio climático. Aunque rectificó su postura unos días antes de las elecciones, parece que el ultraderechista quiere seguir los pasos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Bolsonaro ha puesto como condición que se frene el proyecto conocido como Triple AAA, una especie de corredor ecológico de 138 millones de hectáreas destinado a preservar la biodiversidad y que abarcaría los Andes y la Amazonia hasta el Atlántico.
Alrededor del 10% de las reservas de carbonodel mundo están en el bioma amazónico. En la década de los 90, la selva absorbía 2.000 millones de toneladas de CO2. Ahora se ha reducido a la mitad. Los expertos aseguran que si la Amazonia se pierde, se pierde la lucha contra el cambio climático. Una elección, dicen, entre el desarrollo sostenible y la deforestación con Brasil como factor clave. El tiempo apremia. Y "Bolsonaro podría ser uno de los últimos presidentes brasileños en condiciones para tomar esa decisión", sentencia Greenpeace.
Marta Miera
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