Islandia se reinventa diez años después del descalabro

  09 Octubre 2018    Leído: 492
Islandia se reinventa diez años después del descalabro

La gente del centro de Reikiavik empieza a entender a los barceloneses con respecto a Airbnb”, afirma el economistaThorolfur Matthiasson en una entrevista con este diario. A lo que se refiere este reconocido profesor de la Universidad de Islandia es al espectacular crecimiento que ha experimentado en estos últimos años el sector turístico de su país. Una circunstancia que como en muchas otras ciudades del mundo está provocando un repunte importante de los precios en el mercado inmobiliario, especialmente el del alquiler.

La isla recibió casi 2,2 millones de turistas el año pasado, casi cinco veces más que en el 2009. Un crecimiento que, sin lugar a dudas, explica en gran medida la rápida y fuerte recuperación de una nación que hace justo diez años caía en una de las peores crisis económicas de su historia.

Las turbulencias financieras de septiembre del 2008 tuvieron un especial impacto en esta pequeña isla del Atlántico Norte. Su sistema bancario había crecido sin control en los años anteriores, dando créditos por doquier no sólo en Islandia, sino también en el extranjero. Tanto es así que las tres principales entidades–Kaupthing, Landsbanki y Glitnir– llegaron a tener un valor equivalente a diez veces el PIB del país.

Eso es mucho para cualquier estado. Pero todavía lo es más para uno tan pequeño, de solo 340.000 habitantes, y con una economía tan poco diversificada, que tradicionalmente ha vivido de la pesca y poco más.

Todo esto explica que la caída fuera especialmente aparatosa. La corona se desplomó, el paro y la inflación se dispararon y los tres bancos cayeron en bancarrota.

Todo un contraste con la situación de pleno empleo y expansión económica que atraviesa ahora la nación. Con un paro del 2,8% y un crecimiento estimado para este año del 2,9%, el PIB per cápita islandés ya es más alto que el que había antes de la crisis.

Mirando hacia atrás, Matthiasson ve dos cosas. Por un lado, buena suerte y, por el otro, buen gobierno que encabeza la primera ministra Katrín Jakobsdóttir. “La parte de suerte se debe a un inesperado flujo de caballa en las aguas islandesas, lo que ha añadido un valor sustancial a las capturas y exportaciones. Y también al incremento del turismo, que tiene que ver con la Primavera Árabe y unos veranos más cálidos en Europa, así como la importante devaluación de la moneda de los años 2008 y 2009”.

Sin embargo, recientemente, la moneda se ha apreciado al tiempo que la masificación del turismo ha empezado a ejercer demasiada presión en las infraestructuras del país, que no estaban preparadas para acoger semejantes cifras. “Esto hace que estemos un poco preocupados”, señala.

Como maná caído del cielo, todo el mundo ha intentado subirse al carro del turismo. En la capital se están construyendo numerosos hoteles y también se han disparado los precios en los restaurantes, tiendas de souvenirs y baños termales de la isla.

Sin embargo, el sector se está ralentizando. Todo indica que la cifra de visitantes este año ya no será tan alta y que la burbuja se está desinflando.

Lo más seguro es que algunas compañías tendrán que recortar la expansión desorbitada que habían programado. Entre ellas, destacan proyectos hoteleros y las dos principales compañías aéreas del país, WOW y Icelandair. En cualquier caso, Matthiasson descarta que un retroceso del turismo pueda llegar a provocar una crisis tan seria como la del 2008. “Es probable que el sector afloje un 10 o 20%. Pero eso es muy distinto de un derrumbe total”, concluye.

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