Esta consulta, que se celebró justo hace un año y donde el sí se impuso, fue una "iniciativa lamentable a partir de una decisión incierta de Masud Barzani", en aquel momento presidente del Kurdistán, dice a la AFP Karim Pakzad, investigador en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (Iris).
El referéndum, que se llevó a cabo en contra de Bagdad y de la comunidad internacional, "hizo retroceder el Kurdistán a 10 años atrás", prosigue. Las sanciones de las autoridades iraquíes, así como los cierres temporales de los puestos fronterizos con Turquía e Irán "han tenido consecuencias catastróficas a nivel económico", agrega el experto.
Si Kurdistán ganó estas prerrogativas políticas tras la caída en 2003 del dictador Sadam Husein, la región ganó sobre todo en territorio y petróleo, en medio del caos creado en 2014 con el auge del grupo Estado Islámico (EI) en el norte.
La esperanza por los suelos
Todas estas zonas donde las fuerzas kurdas se desplegaron a costa de las fuerzas federales en plena huida fueron reconquistadas en pocos días el pasado otoño por Bagdad, como represalia por el referéndum de independencia.
Por esa misma razón, Bagdad retomó las campos petroleros de Kirkuk y echó por los suelos cualquier esperanza de un Estado independiente.
Teniendo en cuenta que exportaban 550.000 barriles por día hace un año, tras el referéndum los kurdos perdieron esta provincia disputada y la mitad de su oro negro.
"Los kurdos perdieron mucho con este referéndum", confirma Omar Karim, de 62 años, instalado en su zapatería en Solimania, en el este. "Y en estas elecciones no nos devolverán lo que perdimos", lamenta este habitante de la segunda ciudad del Kurdistán, bastión tradicional de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) del difunto presidente iraquí Jalal Talabani.
En Erbil, más al norte, Ahmed Ali, jornalero de 44 años, no piensa ir a votar el domingo. "De todas formas, las elecciones no cambiarán nada", afirma a la AFP.
El Parlamento regional actual está dominado, como el gobierno local, por el gran rival del UPK, el Partido Democrático del Kurdistán (PDK) de Masud Barzani, quien abandonó a finales de 2017 la presidencia de la región.
El PDK cuenta actualmente 38 escaños, contra 18 para el UPK. El partido Goran (cambio, en kurdo) es la principal fuerza de oposición con 24 escaños.
La única nueva formación es el movimiento "Nueva Generación", creado en 2018 y que consiguió cuatro representantes en el Parlamento central en Bagdad en las legislativas de mayo.
"Pero cualquier cambio democrático con fuerzas políticas nuevas choca con la dura realidad de la sociedad kurda", donde más de la población activa trabaja en la función pública, advierte Pakzad.
"Los grandes puestos gubernamentales y los mandos económicos están en manos de diferentes personalidades del PDK y del UPK, y hay poco sitio para que partidos reformadores se desarrollen de forma duradera", asegura.
Pero el statu quo que mantenía el equilibrio entre los dos pesos pesados de la política kurda voló en pedazos con el fin de la presidencia de Barzani.
El líder histórico nunca fue reemplazado y sus poderes fueron atribuidos de forma temporal al Parlamento y al gobierno local.
AFP.com
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