El acuerdo, anunciado hace una semana, prevé la creación en la provincia y antes del 15 de octubre de una "zona desmilitarizada" bajo control ruso-turco y como separación entre insurgentes y fuerzas gubernamentales.
Tanto los grupos insurgentes como los yihadistas deberán evacuar su armamento pesado de esta futura "zona desmilitarizada" de 15-20 km
En caso de ofensiva del régimen apoyado por su aliado ruso, agencias de la ONU y organizaciones humanitarias habían alertado que podía producirse un "baño de sangre" y la "peor catástrofe humanitaria" del siglo XXI.
Unas tres millones de personas viven en la provincia de Idlib y en las zonas insurgentes de las regiones vecinas de Hama, Alepo o Latakia, según la ONU.
Pero Fabrice Balanche, especialista de Medio Oriente en la universidad francesa Lyon-2, ve difícil "cómo Turquía podría imponer su voluntad a los yihadistas", e incluso espera "un fracaso del alto el fuego y una ofensiva en los próximos meses del ejército sirio".
Hayat Tahrir al Sham (HTS), organización formada por la exrama siria de Al Qaida y principal grupo armado de la región, controla junto a otros yihadistas cerca del 70% de la "zona desmilitarizada" prevista, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
El sábado, el grupo Huras al Din, grupo vinculado con Al Qaida que se encuentra en la zona, rechazó el acuerdo en un comunicado.
HTS no respondió oficialmente pero a través de su órgano de propaganda Ebaa se mostró escéptico sobre las intenciones de Turquía.
En el terreno, algunos yihadistas parecen reforzar sus posiciones, afirma el OSDH. Un corresponsal de la AFP en Idlib señala que no vio aún señales de retirada de los yihadistas o de las armas pesadas.
"Posición de debilidad"
HTS lleva a cabo una campaña desde hace meses contra los grupos insurgentes de la región que podrían negociar con el régimen.
"Si [HTS] abandonara sus líneas de defensa, se encontraría en posición de extrema debilidad, pues ningún actor le protegería de una ofensiva del ejército sirio", considera Balanche.
Turquía tendrá dificultades para evacuar a los yihadistas y convencer a los grupos pro-Ankara en las localidades de Qalaat al Mudiq y Sahl al Ghab de abandonar su armamento pesado, añade.
Aunque dijeron aceptar el acuerdo, grupos pro-Ankara -como el Frente Nacional de Liberación (FNL), principal coalición rebelde de Idlib-, mostraron su desconfianza ante "una posible traición de los rusos, del régimen o de los iraníes".
Turquía se enfrenta a la difícil tarea de "desmantelar, destruir o desplazar algunas de las facciones extremistas más poderosas de Idlib en las próximas semanas", señala Aron Lund, experto del grupo de análisis The Century Foundation.
"Jugando la táctica del palo y la zanahoria, es posible que logre dividir [HTS], debilitando así al núcleo duro", añade.
Después, Ankara podría extraer de Siria a algunos de los extremistas más irreconciliables, continúa.
Más de 360.000 personas murieron y varios millones tuvieron que huir desde el inicio en 2011 de la guerra en Siria, desencadenada por la sangrienta represión de las manifestaciones antigubernamentales.
El acuerdo del 17 de septiembre alejó por ahora una ofensiva del régimen, a la que Turquía, que cuenta ya con más de tres millones de refugiados en su territorio, se opone firmemente, temiendo una nueva afluencia.
"Los rusos quieren [...] ver dentro de un mes pruebas incontestables de que Turquía realiza esta tarea", afirma Nick Heras, experto del Center for a New American Security.
En una provincia dividida por las luchas internas, Turquía deberá decidir si presiona a los grupos que le son leales a combatir a los yihadistas que dominan la región.
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