El puntaje promedio del coeficiente intelectual (IQ, por sus siglas en inglés) para personas de todas las edades es de 100, con rangos que oscilan entre los 85 y los 115.
Hay pocas personas que superan ese rango y las que llegan a los 140 puntos en un test de inteligencia son consideradas “superdotadas”. Algunos creen que Albert Einstein y Stephen Hawking tenían un IQ de 160.
Ophelia Morgan-Dew, por lo pronto, se convirtió en una de las más jóvenes integrantes de Mensa, una asociación internacional de superdotados con sede en el Reino Unido.
Los padres de la menor, Nathalie y Ben, contaron durante una entrevista con la televisión británica BBC que se dieron cuenta de las habilidades “diferentes” de su hija cuando tenía varios meses.
“Realmente fue aproximadamente a los 8 meses de edad. Comenzó a decir colores, letras y números bastante temprano en comparación con la mayoría de los niños”, explicó la madre. Cuando tenía dos años, agregó, Ophelia ya se sabía el alfabeto.
Lyn Kendall, psicóloga y consultora infantil de Mensa, explicó el jueves a la BBC que los niños superinteligentes procesan las cosas rápidamente, tienen buena memoria y están más atentos a lo que sucede a su alrededor.
También tienen sed de aprender por lo que los padres sienten que van más avanzados de lo que deberían, señaló la especialista y agregó que estos niños comienzan a las cinco de la mañana y no paran hasta que se duermen.
Sin embargo, advirtió de que este desarrollo intelectual puede ser también un arma de doble filo. “Aunque los cerebros de estos menores avanzan a la velocidad de la luz, sus cuerpos y emociones siguen siendo niños y siempre tenemos que recordar eso”, consideró Kendall.
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