Nadie lo esperaba. Era la entrega de premios a los vencedores del Gran Premio. En el podio estaban Alberto de Mónaco y su mujer Charlene. El protocolo, y la tradición, les llevaba a la pareja Real a entregar algunos trofeos. En concreto, tenían que entregar el premio a Daniel Ricciardo, ganador de la carrera de la Fórmula 1. Todos esperaban una estampa típica, rápida y más o menos formal del ritual de la entrega de premios.
Sin embargo, Charlene rompió el protocolo, se saltó toda timidez y cogió entre sus manos la gran botella de champagne para darle un eterno y empinado sorbo. La sorpresa se dibujó en los rostros de todos los asistentes, mientras al príncipe Alberto le sobrevino una carcajada. En aquel podio, Charlene se acababa de convertir en la campeona. Se acababa de convertir en la campeona del desmelene.
Este gesto en cualquier otra princesa monegasca, o Europea, hubiese llamado la atención, pero que lo haya hecho precisamente Charlene, la llamada “princesa triste”, ha dejado a todo el mundo estupefacto. Y todos se preguntan: ¿Qué le ha pasado a la esposa de Alberto de Mónaco para ese cambio radical en su comportamiento?¿Cómo la eterna mueca de tristeza de la princesa se ha transformado de pronto en un gesto tan divertido y exultante?
No sabemos, aún, lo que le ha ocurrido a Charlene para mostrarse tan contenta y deshinibida. Pero, lo averiguaremos.
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