La radiación se dispara en el agua de Fukushima
El sistema fue aprobado dos años atrás en un contexto de desesperación, pocos días antes de una elección olímpica a la que Tokyo optaba y entre noticias cotidianas de escapes, a pesar de las dudas que planteaban su elevado coste y su eficacia a científicos de dentro y fuera del país.
El método ya se había utilizado antes pero siempre como medida temporal no superior a los dos años, cuando el desmantelamiento de Fukushima se alargará durante cuatro décadas según la hoja de ruta prevista.
La llamada Gran Muralla de Hielo consiste en encerrar cuatro de sus seis reactores en un anillo subterráneo helado de 1,5 kilómetros de largo y 30 metros de profundidad.
Para ello se sepultan varillas refrigerantes que bajan la temperatura del subsuelo hasta los —40 grados.
De esa obra mayúscula de ingeniería se esperaba que evitase la salida del agua contaminada de los sótanos de los reactores e impidiera la entrada del agua subterránea en ellos.
Ingenieros rusos aspiran a depurar las aguas contaminadas de Fukushima-1
TEPCO, criticada desde el inicio por su ineficacia para lidiar con la crisis nuclear, había terminado en marzo ya buena parte del anillo y construido pozos subterráneos de drenaje para recoger el agua contaminada y tratarla antes de devolverla al océano.
Pero la cantidad de agua tratada no ha cambiado sustancialmente desde entonces, ha confirmado la compañía.
La gestión de las inmensas acumulaciones de agua radioactiva sigue siendo un problema urgente cinco años después de que un tsunami barriera la central y provocase la mayor crisis nuclear desde Chernobil.
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