"Así nació la idea de conseguir trabajo en el aeropuerto. Para hacer las cosas más interesantes, obtuve el permiso de mi conocido para utilizar su pasaporte", explica Suleiman añadiendo que los aspectos físicos de los dos hombres son muy diferentes.
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De esta manera, continúa el periodista, "fue su conocido, con sus datos y fotografía, quien recibió el permiso de trabajo y la posibilidad de estar en la llamada `zona estéril`".
Según destaca Suleiman, nadie en el aeropuerto sospecho del nuevo empleado quien "podía ser un terrorista que robó la identidad de otra persona".
"Recibí la tarjeta de empleado del aeropuerto con el apellido de mi conocido y mi foto, algo que me permitió circular libremente por todo el aeropuerto", precisa el periodista.
Además, enfatiza, que el primer día laboral subió a doce aviones sin que nadie lo siguiera y controlara. En los nueve de los aviones logró colocar las bombas falsas —latas de refrescos y paquetes de cigarrillos—.
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"Mi objetivo era comprobar si hay agujeros en el sistema de seguridad del aeropuerto, y los pude encontrar", declara Suleiman confesando que lo más difícil en su acción periodística fue entregar el pasaporte de otra persona por miedo de ser descubierto, pero todo el proceso de empleo le "resultó fácil y rápido".
Sin embargo, la investigación insólita tuvo algunos efectos positivos.
"Después de que divulgara mi investigación, apareció la información de que en el sistema de seguridad habían sido introducidos algunos cambios para que una situación similar no volviera a suceder", precisa el periodista.
Asimismo, afirma que la Policía no se ha puesto en contacto con el debido a que "se dan cuenta de que no hubo una intención criminal".
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