Francisco continúa su revolución de la normalidad

El revuelo provocado por el nombramiento de una mujer como viceportavoz del Papa demuestra que en el Vaticano, regido aún por viejos códigos de cuotas y favores, la verdadera revolución es la de la normalidad. La jubilación de Federico Lombardi, un jesuita sabio y entrañable, ha permitido a Bergoglio afrontar el relevo como lo haría cualquier jefe de una gran compañía para la que la comunicación es vital. Francisco se ha tomado su tiempo hasta lograr cuadrar el círculo. Por una parte, ha elegido a quienes considera que pueden transmitir mejor su mensaje, el periodista estadounidense Greg Burke, de 56 años y miembro del Opus Dei, y la española Paloma García Ovejero, de 40 y hasta ahora corresponsal de la Cope en Roma.
Por otra parte, Bergoglio ha querido que la propia elección se convierta en un mensaje: desea un Vaticano menos italianizado, con más laicos y más mujeres. Ya lo advirtió en julio de 2013, durante su comparecencia ante los periodistas en el vuelo de regreso de Río de Janeiro: “No nos podemos limitar a las mujeres monaguillo, a la presidenta de Cáritas, a la catequista. Tiene que haber algo más. Hay que hacer una profunda teología de la mujer”.
Paloma García Ovejero es la primera mujer portavoz de un Papa. Lo extraño no es que sea una mujer. Lo extraño es que sea la primera.