Para el 13 de enero, Rusia vuelve a festejar. Se llama el 'Año Nuevo viejo', y los rusos nuevamente sacan la comida a las mesas, felicitan a sus seres cercanos y lanzan fuegos artificiales, escribe el periodista turco Hulya Arslan que no se deja de sorprender de los hábitos rusos.
Después de la Revolución de octubre en 1917, Rusia, que siempre había usado el calendario juliano, cambió al calendario gregoriano. Durante el período zarista, la diferencia entre los dos calendarios no creaba ningún problema en las relaciones internacionales, incluso con una diferencia de 13 días.
Mientras tanto, las nuevas autoridades bolcheviques se fijaron en que el correo enviado desde Rusia llega a Europa antes de la fecha estampada en los sobres y decidieron arreglar la situación. El 14 de febrero de 1918, se emitió un decreto "con el objetivo de establecer en Rusia el mismo cálculo de tiempo con otras culturas", y el país cambió al calendario gregoriano.
Sin embargo, la comunidad ortodoxa rusa no aceptó este calendario y continuó siguiendo 'el viejo estilo'. De aquí la celebración de la Navidad el 7 de enero (13 días más tarde que el mundo occidental) y el misterioso 'Año Nuevo viejo' —la Nochevieja 'al estilo viejo'-.
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