Tras meses deshojando la margarita, la actual líder del Ejecutivo de Hong Kong, Carrie Lam, por fin anunció este lunes que no buscará su reelección para un segundo mandato al frente de este territorio semiautónomo chino.
A falta de oficializar su candidatura, el actual número dos de su Gobierno y exsecretario de Seguridad durante las protestas de 2019, John Lee, se perfila como su reemplazo.
Lam, de 64 años, hizo pública su decisión durante su comparecencia diaria para informar sobre la situación de la pandemia en la ciudad. “Terminaré mi mandato de cinco años como jefa del Ejecutivo el 30 de junio y concluiré mi carrera de 42 años en la administración”, dijo a la prensa.
La dirigente, que dijo haber informado a Pekín sobre su decisión en marzo del año pasado, sostuvo que renuncia a buscar la reelección por motivos familiares. “Creen que es hora de me vaya a casa. La familia es lo más importante para mi”, agregó.
Es el mismo motivo que en 2016 alegó su predecesor, el cuestionado Leung Chun Ying, para no buscar un segundo mandato tras sufrir fuertes críticas por su gestión durante la Revolución de los Paraguas de 2014. Aquel movimiento tomó las calles de la ciudad durante dos meses y medio para exigir el sufragio directo en la elección al jefe del Ejecutivo, algo que no consiguió.
Estudiante brillante, católica devota y con una aquilatada carrera como funcionaria, Lam se hizo con el puesto en 2017 con la promesa de unir a una ciudad donde muchos temían el cada vez mayor control de Pekín sobre sus asuntos internos.
Pero tras dos años iniciales tranquilos, su intento por sacar adelante una controvertida ley de extradición en 2019 llevó a meses de protestas callejeras y movilizaciones antigubernamentales, muchas veces violentas, que pusieron patas arriba a la ciudad.
Pekín zanjó aquel desafío con la imposición de la ley de Seguridad Nacional en 2020, una normativa que castiga con hasta cadena perpetua delitos como el de secesión, subversión o colusión con fuerzas extranjeras. Su introducción llevó al rápido desmantelamiento del movimiento prodemocrático local, que desde entonces ha visto cómo sus líderes son encarcelados o se refugian en el extranjero, el cierre de medios afines o la disolución de decenas de organizaciones sociales, sindicales y de otro tipo.
Últimamente, Lam también ha sido muy criticada su gestión de la pandemia, que en tan solo un par de meses ha dejado 1,2 millones de infectados y unos 8.000 fallecidos en la ciudad, de 7,5 millones de habitantes.
En este tiempo, su administración ha mandado mensajes contradictorios sobre un posible confinamiento total (ahora descartado), lo que provocó gran ansiedad entre la población, compras compulsivas y la salida de muchos extranjeros. Pekín ha colaborad activamente con el envío de material médico y personal, pero la incapacidad hongkonesa para controlar el brote también ha provocado las críticas al otro lado de la frontera.
Coincidiendo con la renuncia de Lam, varios medios locales apuntaron que su número dos, John Lee, planea renunciar pronto a su cargo antes de presentar su candidatura para convertirse en el nuevo líder del territorio.
De 64 años, este hombre estuvo a cargo del departamento de Seguridad durante las protestas de 2019. Su ascenso en 2021 fue interpretado como un gesto de por dónde discurren las prioridades del Partido Comunista chino con respecto a la ciudad en este momento, en el que prioriza su seguridad por encima de su rol como centro financiero o comercial.
En un principio, la elección del nuevo jefe del Ejecutivo estaba fijada para el pasado 27 de marzo, aunque luego se retrasó hasta el 8 de mayo por la pandemia. Ese día, un comité integrado por unas 1.500 personas, en su gran mayoría afines a los intereses de Pekín, votarán entre los posibles candidatos (en 2017 hubo tres) para elegir al nuevo líder.
LAVANGUARDIA
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