Las alarmas fueron emitidas de forma automática a través del sistema ACARS (Aircraft Communications Addressing and Reporting System), que envía de forma continua al centro de operaciones de la compañía los datos de vuelo y las posibles incidencias. La existencia de esas alarmas fue difundida por varios medios estadounidenses y este sábado ha sido confirmada a France Presse por una fuente del centro de investigación de accidentes aéreos de Francia (BEA, Bureau d´Enquetes et Analyses).
En los mensajes automáticos recibidos por la compañía se indica en dos ocasiones que hay humo en el lavabo próximo a la cabina de los pilotos. Una tercera alerta señala que también hay humo en el sistema electrónico de control del avión.
Los expertos coinciden en que, pese a que el dato es significativo, no explica por sí solo lo ocurrido, y que, para determinar las causas de la catástrofe, es necesario encontrar restos del avión y, sobre todo, las cajas negras del aparato. De hecho, ni en el centro operativo de la compañía ni en ningún centro de control de los países próximos a la catástrofe se recibió ninguna comunicación de alarma o peligro de accidente por parte de los pilotos del avión.
Más de dos días después del siniestro, no existe hipótesis alguna sobre lo que pudo pasar. "Todas siguen abiertas", repiten los dos gobiernos más afectados, los de Francia y Egipto, origen y destino del vuelo. Aunque las autoridades egipcias dan verosimilitud a la hipótesis de un atentado y las franceses no lo descartan, ninguna organización se ha responsabilizado de la catástrofe hasta este sábado.
A raíz de la desaparición del avión, Francia está revisando y analizando todos sus sistemas de seguridad en los aeropuertos y ha redoblado la vigilancia en los mismos. Este sábado, la terminal Oeste del aeropuerto de Orly ha sido despejada en parte debido a una amenaza de bomba y han sido clausurados los accesos a la misma, según ha comentado una pasajera que se dirigía al lugar.
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