La medida busca “resguardar la democracia venezolana” y a una población que vive “la situación más angustiosa de su historia”, explicó el presidente de la Comisión de Política Exterior del Parlamento, Luis Florido, tras reunirse con Almagro en Washington.
El diputado defendió el uso de la Carta Democrática, algo que rechaza frontalmente el Gobierno de Nicolás Maduro, como una “válvula de escape a la crisis” que evite situaciones más graves en Venezuela “que nadie desea”. Se trata, dijo, de “generar la presión necesaria para que los venezolanos, con la mediación del sistema interamericano, podamos encontrar una salida política a la crisis”.
En el encuentro en la sede de la OEA, Florido le entregó a Almagro además un informe que, afirmó, “verifica todas las violaciones en materia de derechos humanos y de crisis institucional” que vive su país.
El excanciller uruguayo había solicitado más información sobre Venezuela a finales de abril, en un primer encuentro con diputados opositores en el que estos se quedaron a un paso —el dado ahora— de solicitar directamente la invocación de la Carta Democrática. Almagro también le pidió al Gobierno de Maduro su propia versión. En una reunión de la OEA solicitada por Caracas una semana más tarde, la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, rechazó cualquier mediación internacional y achacó los males del país a una “operación de índole mediática, financiero, económico-social” alentada por Estados Unidos y que tiene como objetivo “subvertir el orden constitucional y democrático” de Venezuela.
El jefe de la OEA tiene previsto elaborar su propio informe y decidir, sobre la base de este, si finalmente da el paso de invocar la Carta Democrática para Venezuela, algo que se espera anuncie en los próximos “días o semanas”, según su portavoz, Sergio Jellinek.
Aunque la medida más dura que prevé la Carta, la suspensión del país, es el último paso de una larga serie de negociaciones y gestiones diplomáticas previas, Caracas se ha tomado como una afrenta grave la mera posibilidad de que se le aplique este instrumento y ha ido elevando el tono contra la OEA y su jefe, al que el propio Maduro acusó esta semana de ser un “traidor” al servicio de la CIA. Almagro respondió la víspera con un durísimo mensaje en el que devuelve las acusaciones y afirma que el “traidor” y hasta “mentiroso” es el propio Maduro, al que advirtió que corre peligro de convertirse en otro “dictadorzuelo” si no permite el referéndum revocatorio o sigue acosando a la oposición.
Para el diputado Florido, la respuesta de Almagro es una “voz de alerta” con una firmeza necesaria ante “un presidente que ni está siendo democrático ni está respetando el sistema interamericano”. Jellinek también defendió la dureza empleada en la respuesta a Maduro. “Se trataba de dar una señal de que se acabó la impunidad”. Según el portavoz de Almagro, “no puede ser que la relación entre dirigentes de la comunidad interamericana esté basada sobre constantes ataques personales en lugar de abordar los problemas de fondo, que tienen que ver con el estado de la democracia en el país, los derechos humanos o la situación que atraviesa el pueblo venezolano”.
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