Con la llegada del otoño, los días tienen menos horas de luz solar, aumentan las precipitaciones y la humedad ambiente, y la amplitud térmica nos obliga a pasar del uso del aire acondicionado a las prendas de abrigo.
Por otra parte, aumenta también la prevalencia de algunas enfermedades, en su mayoría respiratorias. Este otoño es especial: tenemos que sumarle el COVID-19.
Las personas vulnerables a estos cambios de clima y las personas alérgicas deben extremar las medidas de cuidado generales. La ventilación de los ambientes se vuelve fundamental: debemos pensar siempre que el mayor confort (uso de calefacción) a veces está reñido con las medidas de prevención.
Las personas alérgicas suelen tener una carga genética: es común detectar el antecedente de padres y hermanos con alergias. La condición se hereda en el 100% de los casos y, si a esto le sumamos las condiciones del medioambiente y la presencia de alérgenos (sustancias extrañas que el sistema inmunitario no reconoce), entendemos la respuesta exagerada del organismo con síntomas que, con el tiempo, llegan a comprometer la calidad de vida del paciente. Es muy importante tener en cuenta que se trata de una afección y no de una infección (no es causada por virus ni bacterias).
Si bien es mucho más frecuente con los cambios de estación (otoño y primavera), la rinitis alérgica puede estar presente todo el año. Los alérgenos intradomiciliarios son los protagonistas: los ácaros presentes en el polvo de la casa son los más frecuentes.
Los ácaros son artrópodos que se reproducen en lugares calientes, oscuros y húmedos. Para ellos, el lugar ideal es la cama, donde se alimentan de las escamas de la piel. Es muy difícil eliminarlos, y suelen dar síntomas con el movimiento al despertar y al incorporarse en la cama. Se necesitan solo 10 ácaros en un gramo de polvo para sensibilizar y 100 ácaros en un gramo de polvo para desencadenar una crisis alérgica.
Otros alérgenos presentes en casa son las esporas de los hongos en lugares húmedos. Están en el aire y provienen, por ejemplo, de las tuberías de las cocinas, las alfombras, los felpudos, los peluches, los empapelados y los tapizados; todos estos son lugares a los cuales se les debe prestar mucha atención.
Las mascotas también tienen alérgenos entre la piel y el pelo y en la saliva, y en el caso del gato, el poder antigénico de la orina que se encuentra en el aire puede desencadenar una crisis.
Las siguientes recomiendan ayudan a disminuir la presencia de ácaros en casa:
-Lavar regularmente o quitar las alfombras o reemplazarlas por piso flotante.
-Lavar las frazadas o cobertores por lo menos una vez al mes.
-Usar mantas de algodón.
-Evitar las cortinas o usar las de lavado fácil.
-Retirar libros y revistas.
-No acumular juguetes de peluche.
Los odorizantes, los sahumerios y los desodorantes pueden causar alergia por irritación de la mucosa. Es conocido el papel del cigarrillo en estos cuadros, en este caso, el problema es la doble combustión: la que sale del fumador y la que sale del cigarrillo.
Según la Organización Mundial de la Salud, entre 400 y 600 millones de personas sufren de rinitis alérgica en todo el mundo. El organismo advirtió que, para 2050, la mitad de la población mundial será alérgica.
Si bien esta enfermedad no es mortal, su mayor problema radica en cómo afecta la calidad de vida de las personas que la padecen. En estos días, si a esto le sumamos el temor a confundir los síntomas con los de COVID-19, el panorama para esta población es realmente devastador.
La rinitis alérgica suele ir acompañada de otros síntomas. A la inflamación de la mucosa nasal se suman otras comorbilidades, como la otitis media serosa (con presencia de moco en el oído medio), laringitis (que causa tos seca), carraspeo permanente y necesidad de aclarar la voz, y rinosinusitis crónica, que puede ir acompañada de la presencia de pólipos y que, además se manifiesta con obstrucción nasal, cefalea e hiposmia (disminución del olfato).
Esta enfermedad puede aparecer a cualquier edad, aunque los alérgicos generalmente comienzan con la llamada “marcha alérgica”. Los primeros años presentan:
-Alergia alimentaria.
-Dermatitis alérgica rebelde al tratamiento.
-Rinitis alérgica que aparece entre los 6 y los 8 años.
-Asma.
Lo más común es que los síntomas aparezcan en la primera infancia y la adolescencia, pero pueden padecerla los adultos mayores.
La gravedad del cuadro se mide según cómo repercute en la calidad de vida de la persona. Así, los cuadros de rinitis alérgica pueden ser leves, moderados o graves.
En los casos graves, puede impactar en el trabajo o en la escolaridad: la repetición de los síntomas disminuye la capacidad de atención y concentración; al respirar con la boca abierta aparecen los ronquidos y, con ellos, las alteraciones del sueño, la irritabilidad y los cambios de humor.
En 2017, la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología presentó el primer estudio de prevalencia en nuestro país y reveló que 5,5 millones de habitantes (más del 20% de la población) de entre 5 y 44 años tienen rinitis alérgica, solo una persona de cada cinco lo sabe; es más frecuente en mujeres que en varones y 3,8 millones tienen diagnóstico de la enfermedad.
Uno de los principales problemas que detectaron los autores de este estudio fueron los tratamientos erróneos en este grupo poblacional. El mayor riesgo se detectó con el uso y abuso de medicamentos descongestivos (gotas vasoconstrictoras). Estos remedios suelen estar indicados siempre por períodos cortos y no deben tomarse sin prescripción médica.
Siempre es importante la consulta con el médico quien, al examinar al paciente, podrá observar:
-Ojeras: en el párpado inferior hay una rica red venosa que pasa por la capa submucosa donde hay edema, que hace que la sangre se estanque y cause el aspecto de ojo morado.
-Líneas en el párpado inferior (llamadas líneas de Dennie-Morgan), causadas por la falta de oxígeno del músculo del ojo, que se contractura y produce arrugas.
-Línea en el dorso de la nariz: aparecen porque, como la nariz chorrea, el paciente tiende a pasar la palma de la mano hacia arriba y esto deja una marca en esa zona de la nariz.
-Boca abierta: como la nariz está bloqueada, el paciente respira por la boca. El médico indicará luego el tratamiento conveniente para cada caso, con especial énfasis en la necesidad de aplicarse la vacuna para la gripe. En estos días, es muy importante preguntar y consultar acerca de la superposición con la vacuna para el COVID-19.
El tratamiento de los síntomas también es muy importante. A este fin se utilizan vacunas con gérmenes liofilizados, lavajes nasales, corticoides tópicos, antileucotrienes y antihistamínicos (los más modernos no atraviesan la barrera hematoencefálica y, por lo tanto, no producen sueño), teniendo siempre en cuenta que el tratamiento es individual y único para cada paciente.
Esta enfermedad no debe ser subestimada ni infravalorada, muchos la consideran una enfermedad banal, pero quienes conviven con ella realmente la padecen; por eso es tan importante la consulta médica y el tratamiento personalizado.
Dra. Stella Maris Cuevas (MN: 81701) es médica otorrinolaringóloga - Experta en olfato – Alergista. Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)
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