¿Qué puede pasar si el SARS-CoV-2 muta después de la vacuna?

  09 Diciembre 2020    Leído: 485
¿Qué puede pasar si el SARS-CoV-2 muta después de la vacuna?

A lo largo de todo 2020, desde que un nuevo virus tomó de sorpresa al mundo, empezando por la ciudad de Wuhan, centro de China, mucha expectativa se generó por las vacunas que prometen acabar, finalmente, con la pandemia de COVID-19. Pero, ¿qué pasa si el virus sigue mutando después de una inmunización global?

El virus de la inmunodeficiencia adquirida, el famoso y temible VIH, tuvo, en su momento, una vacuna que prometía la cura del sida, hasta que este mutó y la dosis se tornó obsoleta. Lo mismo ocurrió con una de las bacterias causantes de la neumonía, lo que mantuvo a los científicos durante siete años en la elaboración de una vacuna que pudiera combatirla.

Así lo explicaron el biotecnólogo Andrew Read y el profesor asistente de Biología David Kennedy en un artículo en The Conversation, donde abordaron las posibilidades de que el virus SARS-CoV-2, responsable de la pandemia de COVID-19, pudiese mutar y destruir las esperanzas que han sido puestas en las nóveles vacunas anti COVID-19.

Como es sabido, recuerdan, las bacterias, los parásitos y virus pueden mutar, y lo hacen especialmente en respuesta a las defensas que se desarrollan para erradicarlos. Pero, ¿qué pasa si, ante las vacunas antiCOVID-19, el SARS-CoV-2 lo hace drásticamente?

¿Cómo puede reaccionar el SARS-CoV-2 a las vacunas?

"Si el SARS-CoV-2 evoluciona en respuesta a una vacuna, hay varias direcciones que puede tomar. Lo más obvio sería que ocurriese algo como lo que ocurre con la gripe. La inmunidad funciona cuando los anticuerpos o las células inmunitarias se unen a moléculas en la superficie del virus. Si las mutaciones en esas moléculas en la superficie del virus cambian, los anticuerpos no pueden agarrarlas con tanta fuerza y el virus puede escapar. Este proceso explica por qué la vacuna contra la influenza estacional debe actualizarse cada año. Si esto sucede, una vacuna COVID necesitaría una actualización frecuente", escriben.

Sin embargo, en ocasiones los patógenos toman otra clase de caminos. Algunos se esconden en órganos donde la inmunidad es menos activa, pero su accionar es más pasivo, y no causan casi daño a la persona que lo aloja. Esta posibilidad, aseguran los expertos, sería mejor que la anterior en términos de salud humana. 

Una más peligrosa podría ser que la evolución del virus haga que sea más fácil de propagar, y que su propagación sea de forma más veloz que la inmunidad que pueda generar la vacuna. 

¿Qué esperar de las vacunas contra COVID-19?
Aun así, los científicos son optimistas, y apuestan a las vacunas a prueba de evolución viral, que son aquellas que logran evitar que los virus evolucionen. Los procesos para la autorización de una vacuna dan garantía en que estas sean efectivas para la supresión de la replicación de un virus, lo que detiene su transmisión y, en consecuencia su evolución, explican. 

Aunque todavía no es sabido cuáles de las casi 200 vacunas que están en pruebas son a prueba de evolución viral, será posible averiguarlo una vez que se observe cómo respondieron al virus las personas que fueron vacunadas.

Una reciente investigación elaborada por virólogos del Instituto de Inmunología de La Jolla de California, Estados Unidos, estudió la memoria inmunológica de los anticuerpos generados en pacientes tras el curso de la enfermedad de COVID-19. 

Aunque aún no ha sido revisado ni publicado en revistas científicas de aval médico, los resultados son alentadores: el cuerpo humano puede tener durante años, incluso décadas, la memoria inmunológica como para no volver a contraer la enfermedad. 

"Esta cantidad de memoria seguramente evitará que la mayoría de la gente llegue a niveles de hospitalización por COVID-19 durante muchos años", aseguró una de las investigadoras, la viróloga Shane Crotty, al New York Times.


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