Los socialistas fueron los más votados solamente en tres grandes urbes: Fuenlabrada (Madrid), la 31ª del país por tamaño con casi 200.000 habitantes; Huelva, 45ª con más de 146.000 ciudadanos y la única capital de provincia; y Dos Hermanas (Sevilla), la 48ª rondando los 140.000 habitantes.
Madrid fue la ciudad donde el PSOE se dejó más votos (131.792), seguida de Barcelona (88.911) y Valencia (33.142). En las tres, los socialistas fueron relegados a la cuarta posición tras el PP y los partidos emergentes.
El PP fue el partido más votado en 41 de las urbes de más de 100.000 habitantes (55 incluidas las capitales de provincias menos pobladas). En Comú Podem lo fue en 10, Podemos en 6 y En Marea, Democràcia i Llibertat y PNV en 1.
El PSOE evidenció el 20-D cuál era, y es, su talón de Aquiles: el voto urbano. La mitad de los 1,5 millones de apoyos que perdió respecto a 2011 se concentró en las 62 ciudades que superan los 100.000 habitantes y las 15 capitales de provincia que no alcanzan ese tamaño. De todas ellas, los socialistas fueron los más votados en tres: Fuenlabrada, Huelva y Dos Hermanas. Ferraz concentrará sus esfuerzos en las generales del 26 de junio en los barrios con las mesas electorales donde, por un margen de unos miles de votos, se juega ganar o perder un diputado.
“El voto en las ciudades fue nuestro gran problema en diciembre”, reconoce Óscar López. El responsable de estrategia de los socialistas atribuye el trasvase de votantes “urbanos, templados y que eran del PSOE” a los emergentes, sobre todo a Podemos, a que el discurso que se impuso fue “entre la nueva y vieja política y no entre el eje izquierda-derecha”. El rechazo de la generación 15-M a la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero en su última legislatura hizo el resto.
Dentro de la estrategia para recuperar terreno el 26-J en las grandes ciudades se ha puesto en marcha el Espacio de Activación del PSOE. Su tarea consiste en movilizar a militantes y simpatizantes y que se impliquen, por ejemplo, en el puerta a puerta o reparto de propaganda en las zonas calientes donde haya escaños en juego. El PSOE también tirará mucho de sus alcaldes y concejales, sobre todo en las localidades donde gobierna desde las municipales de hace un año. Allí se venderá tanto la gestión, en contraposición al PP, como la capacidad para llegar a acuerdos con otros partidos para atraer a votantes tradicionales pero descontentos con el PSOE que el 20-D se quedaron en casa —alrededor de 600.000— o votaron a otros, principalmente a Podemos.
El desplome urbano del PSOE fue de tal calibre el pasado diciembre que fue el partido más votado en solo tres de localidades de más de 100.000 habitantes: Fuenlabrada (Madrid), Huelva y Dos Hermanas (Sevilla). Una amenaza de la que veteranos del partido que fueron presidentes regionales o ministros vienen avisando desde los años noventa. “Somos un partido institucional, en eso somos muy buenos. Pero nuestra estructura, con unas agrupaciones en general con poco tirón frente a la dinámica de los nuevos partidos, más a pie de calle, puede reducirnos a este paso a la condición de partido rural”, reflexiona un diputado con varias legislaturas a la espalda en el Congreso.
Podemos fue el que mejor aprovechó el desprestigio socialista en las ciudades, en solitario o confluyendo con otras fuerzas en Cataluña, Comunidad Valenciana y Galicia. Así fue como relegaron al PSOE al cuarto lugar en Madrid, Barcelona y Valencia. El ejemplo más representativo es el de En Comú Podem, que desbancó al PSC en municipios del cinturón urbano de Barcelona como la propia ciudad condal, L’Hospitalet, Badalona, Terrassa y Sabadell. “El sorpasso al que Podemos aspira con el PSOE empieza por las plazas urbanas y se inicia muchas veces con fuerzas de cierto cariz nacionalista”, observa Jorge Galindo, investigador del Departamento de Sociología de la Universidad de Ginebra y editor de Politikon. Galindo remonta el problema de los socialistas en las ciudades a la falta de reacción del Ejecutivo de Zapatero para contener la burbuja inmobiliaria que desembocó en una crisis cuyos efectos perduran. “Ahí el PSOE empezó a plantar la semilla que le ha llevado a perder el voto joven y urbano”, sentencia.
Óscar López esgrime que la percepción del PSOE, tras los intentos de Pedro Sánchez para formar gobierno, ha cambiado a mejor: “Ya no es visto como un partido viejo, sino que se asocia a los acuerdos, a un discurso transversal. Justo lo que Podemos perdería en su pacto con IU y su obsesión por los sillones. Además, los socialistas que votaron a Podemos no lo hicieron para que Mariano Rajoy siguiera siendo el presidente en funciones”.
El 20-D el PSOE también se hundió en las generales en Murcia y Bilbao (cuartos), mientras quedaba tercero en Zaragoza, Palma, Las Palmas de Gran Canaria o Alicante. En Vigo, donde los socialistas gobiernan con mayoría absoluta, cerró el podio, tras En Marea y el PP. Siete meses antes, el alcalde y presidente de la Federación Española de Municipios, Abel Caballero, arrasaba con el 51,8% de los votos. Los socialistas están ultimando la estrategia para recuperar voto el 26-J en las grandes ciudades.
“Tenemos un problema en las grandes ciudades que hay que abordar de inmediato”, reconoció el secretario de Organización socialista, César Luena, tras las autonómicas y municipales del pasado mayo. La advertencia no evitó el ocaso urbano del PSOE el 20-D. El número dos de Pedro Sánchez reconoció el día siguiente a las generales los malos resultados “en núcleos urbanos como Madrid”, la segunda autonomía donde cayó más votos (235.480 y cuatro diputados), por detrás de Cataluña (333.526 y seis escaños). Entre ambas regiones suman diez de los 20 asientos de menos del PSOE en el Congreso respecto a 2011. Ese año fue el partido preferido en 12 de las 77 ciudades principales del país.
Cataluña y Madrid fueron las regiones donde más bajó en diciembre
Josep María Reniu, profesor titular de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Barcelona, destaca “el cariz estratégico” de las confluencias de Podemos. “Esa habilidad para trenzar lo que se podría denominar como una confederación española de izquierdas autonómicas, esa capacidad de generar acuerdos, explica en gran medida el éxito de Podemos. Si no lo hubieran hecho así, muchos de los dos millones de votos que representan [En Comú Podem obtuvo 927.940 y 12 diputados; Compromís-Podemos-És el moment 671.071 y nueve escaños; y En Marea 408.370 y seis parlamentarios] se habrían perdido en el camino como le ha ocurrido a IU o UPyD en elecciones anteriores”, añade Reniu.
Fuenlabrada (195.180 habitantes) encabeza las excepciones del PSOE en el frente urbano. “Prácticamente somos un movimiento ciudadano”, describe Manuel Robles, alcalde desde 2003 de una ciudad donde los socialistas han gobernado siempre desde la restauración de la democracia. Incluso los principales responsables del PP de Madrid reconocen en privado la calidad de sus servicios. Robles, que desde julio preside el PSOE madrileño, atribuye la fama de Fuenlabrada a la economía saneada de la ciudad, la sexta de más de 100.000 habitantes del país con menor deuda (33 millones) en 2013. “Durante la crisis nos ha permitido hacer una política social muy potente”, explica.
Francisco Toscano, alcalde de Dos Hermanas (139.537 habitantes) desde 1983, coincide en el impacto de la gestión local en el resultado del 20-D. “Hemos hecho siempre las cosas con una economía bastante austera, pero eso no significa administrar miseria. Lo que ocurre es que se ha sabido mirar por el dinero público”, cuenta. Con una “deuda cero” y un nivel impositivo bajo, Toscano califica de “realista” el presupuesto de 92 millones de la ciudad.
La tradición también importa en Dos Hermanas, sinónimo del PSOE, donde llegó a rozar el 70% de los votos en algunas elecciones en los años ochenta. “Los socialistas han ganado en Dos Hermanas en las 40 elecciones entre municipales, autonómicas, generales y europeas desde 1977”, subraya Juan Montabes, director del Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Granada. Un hábito que el 20-D no se reprodujo en el resto del Estado.
HUELVA, LA ÚNICA CAPITAL DE PROVINCIA QUE VOTÓ SOCIALISTA
Huelva (146.318 habitantes) es la única capital de provincia en la que el PSOE fue el partido más votado el 20-D. Aun así, el resultado fue mejor que en las generales de 2011, cuando los socialistas no fueron el partido preferido en ninguna de ellas. Cuatro años antes, José Luis Rodríguez Zapatero logró 11,3 millones de votos, el 43,86% —el mejor porcentaje fue en las generales de 1982, en las que Felipe González se impuso con 10,1 millones de sufragios (48,11%)—, lo que le valió para imponerse en 22 capitales de provincia.
El caso de la localidad onubense no se asemeja al de Fuenlabrada o Dos Hermanas, feudos tradicionales del PSOE. Gabriel Cruz, alcalde de Huelva desde el pasado mayo tras los gobiernos municipales que el PP encadenó con mayorías absolutas desde 1999, atribuye el resultado en la ciudad a la “relación directa” con los ciudadanos. “Es muy frontal y muy sincera, somos parte de la ciudadanía”, indica el regidor. El alcalde socialista tiene que lidiar con una deuda “en torno a los 400 millones de euros, unos presupuestos prorrogados y un Ayuntamiento intervenido tras acogerse a tres planes de pago a proveedores”.
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