Nada que hacer, porque la suerte pintaba negra desde Anoeta. El Rayo baja a Segunda junto al Getafe pero termina la temporada con el orgullo y el cariño de su afición tras una última semana tensa. Se salva el Sporting de Gijón a costa de un Villarreal soso y ramplón, en un partido donde la escasa combatividad del `submarino amarillo` fue muy comentada en la tarde vallecana. Aunque, a decir verdad, la afición del único equipo de barrio en Primera División no esperaba un futuro muy diferente."¡Sí se puede!, ¡sí se puede¡". Cuando a las 17.45 empezaron a llegar sus `gladiadores` (el primero fue Manucho), no parecía siquiera que el Rayo estuviese con un pie en Segunda División. Aplausos, cánticos, autógrafos y fotos. uchas fotos y selfies. ¡Vamos Rayito! Hay que ganar -y se hizo-, pero había que esperar resultados positivos desde Gijón y Sevilla. Y El Molinón no falló. La marea franjirroja en Payaso Fofó es de tarde grande, expectante, y en el ambiente respira también confianza plena. A las 18.18 llegaba el autobús del Levante... y nadie pitaba, nadie insultaba. Todos estaban concentrados. La traicionera mente -que no el corazón- también dice que podría ser el último partido en Primera, como así fue.Las calles aledañas al estadio antes llamado Teresa Rivero se vacían. Es la hora. La gente toma asiento en las tribunas y en los bares. Overbooking. ¿Y si se produce el milagro? Sin embargo, no pasan ni diez minutos cuando el joven Jony -el próximo curso jugará en el Málaga- adelanta al Sporting y la ilusión se enfría, se calma, como algo ya intuido. "Lo sabíamos, el Villarreal nunca va a empatar y Marcelino les dejará ganar a los del Sporting", sostienen algunos `bukaneros`. La esperanza se aviva poco después cuando Pablo Hernández enchufa el 1-0. ¡Gol! Pero no basta. La gente está nerviosa, hay más orejas en las radios y móviles que ojos en el propio césped. "El Rayo cumplirá lo suyo, pero el Villarreal salió con los suplentes. Todo el mundo sabe que Marcelino tiene sangre asturiana y que nunca mandará a su Sporting a Segunda. Él mismo no quiso esconderlo...", sostiene un chico mientras llega el 2-0 del capitán Trashorras antes de que todos los aficionados se pongan en pie para despedir a Juanfran (Levante). Lástima, deja el fútbol llorando y saliendo de su última tarde por una inoportuna lesión. Cuando termina la primera parte, el Rayo está en Segunda. Canticos contra Javier TebasSon las 20.30 horas y el balón vuelve a rodar por el verde. Llegan más noticias por las ondas: el Betis ha marcado.- Pero eso no basta. "Confiamos en Leo Baptistao", dice una mujer. "Quizás él nos deje en Primera". En las gradas arrecian cánticos contra Javier Tebas, el presidente de la LFP, y el triunfo 3-1 del Rayo no anima porque en Gijón todo continúa bajo control local. "Sería un milagro si empatara el Villarreal, lo normal es que pierda. Ya se sabía...". Y de hecho, el empate nunca llega. El adiós a Primera está muy cerca. Clos Gómez pita el final y el Rayo, el orgullo del barrio más obrero de Madrid, volverá otra vez a Segunda. ¡Qué importa! Aplausos a los suyos, cánticos barrieros, como los de la canción. Nadie sale del estadio y los bares reflejan una opinión unánime: "¡De Primera, el Rayo es de Primera!". Es lo que se oye, es lo que se siente, aunque la realidad sea otra. La clasificación lo niega. El Rayo se marcha a Segunda, pero como afirma un aficionado. "Eso significa que nos van a dar un premio Nobel de Física. Ya que el de Vallecas será el único rayo que va a subir hasta arriba". El orgullo, la pasión, que nunca se pierde.
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